miércoles, 4 de julio de 2012

MANIFESTACONES FÍSICAS ESPONTÁNEAS



EL LIBRO DE LAS FACULTADES –IX-
Un hermoso libro para toda la humanidad,
de lectura imprescindible para optimizar el potencial humano.
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentarios exegéticos:
Giuseppe Isgró C.

Capítulo IX

MANIFESTACIONES FÍSICAS ESPONTÁNEAS

Ruidos, alborotos y perturbaciones.
Objetos lanzados. Fenómeno de aporte.

1. Los fenómenos que ahora hemos mencionado, son provocados, pero ocurre que alguna vez se manifiestan espontáneamente, sin participación de la voluntad; más bien, en ocasiones se convierten en fastidiosos e inoportunos. Lo que excluye, por otra parte, la suposición de que puedan ser un efecto de la imaginación excitada por las ideas espiritas, es que se producen, con frecuencia, alrededor de individuos que ignoran estas cosas y en los momentos en que menos lo esperan.
Estos fenómenos, que podrían definirse “Espiritismo práctico natural”, son importantísimos, por cuanto no pueden ser sospechados de connivencia; es por esto que nosotros invitamos a quienes se ocupan de fenómenos espíritas a recoger todos los hechos de este género que viniesen a su conocimiento, pero sobre todo a constatar con cuidado su realidad, mediante un esmerado estudio de las circunstancias, para asegurarse de que no se es objeto de una alucinación o de una mistificación.
2. De todas las manifestaciones espíritas, las más simples y frecuentes son los ruidos y los golpes; es aquí, sobre todo, que es preciso temer a la ilusión, por cuanto una cantidad de causas naturales los pueden producir; el viento que sopla o que agita un objeto, un cuerpo que nosotros mismos hacemos mover sin percatarnos, un efecto acústico, un animal escondido, un insecto, etcétera, como también bromas de mal gusto de personas. Los ruidos espíritas tienen, por otra parte, un carácter particular, mientras demuestran una intensidad y un timbre variadísimo, que los rinden fácilmente reconocibles y no permiten de confundirlos con crujido de la madera, el chisporroteo del fuego, o con el tic-tac monótono de un péndulo; son golpes secos, ahora sordos, débiles o ligeros, ahora claros, distintos; algunas veces estrepitosos, que cambian de sitio y se repiten sin una regularidad mecánica. De todos los medios de control, el más eficaz, aquel que no puede dejar duda alguna sobre su origen, es la obediencia a la voluntad. Si los golpes se hacen oír en el lugar designado, si responden al pensamiento por su número e intensidad, no se puede dejar de reconocer en ellos una causa inteligente. La falta de obediencia, pero, no es siempre una prueba contraria.
3. Admitamos ahora que, con una constatación minuciosa, se adquiere la certeza que los ruidos y otros efectos son manifestaciones reales; sería razonable asustarse? No seguramente; por cuanto en ningún caso podría haber el mínimo peligro. Solamente quienes estiman que sea el diablo pueden estar asustados, al igual que los niños, a los cuales se les asusta con el cuento del lobo, o con el de la bruja. Estas manifestaciones adquieren en ciertas circunstancias, es preciso admitirlo, una proporción y una persistencia desagradable, de lo que se deriva el deseo de desembarazarse de ellas. A tal propósito, es necesaria una explicación.
4. Nosotros hemos dicho que las manifestaciones físicas tienen la finalidad de atraer nuestra atención sobre algo, y de convencernos de una potencia superior al ser humano. Hemos dicho, también, que los espíritus elevados no se ocupan de este género de manifestaciones; ellos, para producirlas, se sirven de espíritus inferiores, como nosotros nos servimos de servidores para los trabajos pesados. Tan pronto el objetivo es alcanzado, cesa la manifestación material no siendo ella más necesaria. Un ejemplo o dos harán comprender mejor este aspecto.
5. Hace ya muchos años, al inicio de mis estudios de Espiritismo, estando una noche ocupado en un trabajo relativo a esta materia, se hicieron sentir ciertos golpes alrededor mío durante cuatro horas consecutivas. Era la primera vez que me ocurría una cosa similar: constaté  que ellos no provenían de una causa circunstancial, pero, al momento no pude saber nada más. En aquella época, yo tenía ocasión de ver frecuentemente a un excelente sensitivo escribiente. Al día siguiente, por lo tanto, interrogué al espíritu que se comunicaba por ese medio sobre la causa de los golpes, y se me respondió: Es tu espíritu familiar que quería hablarte. Y qué es lo que quería decirme? Respuesta: Puedes preguntárselo tú mismo, porque él está allí
Habiendo, después, interrogado a este espíritu, él se dio a conocer bajo un nombre alegórico, (supe, luego, de otros espíritus que él pertenece a un orden elevadísimo, y que representó un rol importante sobre la tierra); me indicó algunos errores en mi trabajo, indicándome las líneas en las cuales ellos se encontraban, me dio útiles y sabios consejos y agregó que él siempre estaría conmigo, y que habría venido a mi requerimiento todas las veces hubiese querido interrogarlo. De ahí en adelante, este espíritu no me ha dejado nunca. Me dio miles de pruebas de su superioridad, y su intervención benévola y eficaz se manifestó, para mí, aún en los negocios de la vida material, así como, también, en las cosas relativas a la metafísica.
Pero, enseguida, después de la realización de nuestro coloquio, los golpes cesaron.
Qué es lo qué quería? Entrar en comunicación regular conmigo; por lo cual debía advertirme. Habiéndome dado la advertencia y las explicaciones, y establecidas las relaciones regulares, los golpes eran inútiles; he aquí la razón por la cual cesaron completamente.
Un hecho similar ocurrió a un amigo nuestro. Desde hacía algún tiempo su habitación presentaba ruidos diversos, que se convirtieron en desagradables. Habiéndoseme presentado la ocasión de interrogar al espíritu de su padre por medio de un sensitivo escribiente, supe qué es lo que se deseaba de él, hizo lo que le fue recomendado, y desde ese momento no sintió nada más. Se debe observar que los individuos que mantienen con los espíritus un medio regular y fácil de comunicación, tienen mucho más raramente manifestaciones de este género, y esto se comprende.
6. Las manifestaciones espontáneas no se limitan siempre a ruidos y a golpes; ellos degeneran, alguna vez, en perturbaciones y después en una verdadera barahúnda: muebles y objetos diversos son derrumbados, proyectiles de todo tipo son lanzados al exterior, puertas y ventanas son abiertas y cerradas por manos invisibles, vidrios rotos, acontecimientos tales que no pueden, ciertamente, ser considerados como una ilusión.
El trastorno es, con frecuencia, real, pero en alguna ocasión no tiene más que la apariencia de la realidad. Se oye barahúnda en la habitación adyacente, un ruido de vajilla que cae y se hace pedazos, leños que ruedan sobre el pavimento; se acude rápidamente para ver lo que ocurre y se observa que todo está en orden; después, apenas salidos, el tumulto se reinicia.
7. Las manifestaciones de este género no son ni raras ni nuevas; pocas son las crónicas locales que no contengan alguna historia relativa a esto. El temor, sin duda, ha exagerado los hechos, los cuales, pasando de boca en boca, debieron tomar proporciones exageradas, y, la superstición agregándole su fermento, las casas en que ocurrieron hechos similares se les creyó frecuentadas por el diablo. Nacieron, de esta manera, todos los relatos maravillosos o terribles de fantasmas. Ni los malvados desaprovecharon tan magnífica ocasión para obtener provecho de la credulidad, y esto, usualmente, por utilidad personal. Se comprende, del resto, la impresión que hechos de este género, aún reducidos a la realidad, pueden hacer sobre los caracteres menos fuertes y predispuestos por la educación a las ideas supersticiosas. El medio más seguro para prevenir inconvenientes que pudiesen derivarse de ello, dado que no podrían impedirse, es el de que se conozca la verdad.
Las cosas más simples se transforman en atemorizantes, cuando la causa es desconocida. Cuando nos familiaricemos con los Espíritus, y cuando aquellos a los cuales se les manifiestan no crearán más de tener una legión de demonios a sus talones, no tendremos más temor.   
En la Revista Espírita se puede leer el relato de muchos hechos auténticos de este género.
8. Los hechos de esta naturaleza revisten, con frecuencia, el carácter de una verdadera persecución. Nosotros conocemos seis hermanas que habitaban juntas y que durante muchos años encontraban en la mañana sus vestidos dispersos y escondidos, inclusive, arriba del techo, rotos y cortados en pedazos, por cuanto fueran las precauciones tomadas cerrándolos bajo llave. Ha sucedido muchas veces que individuos acostados y perfectamente despiertos, viesen sacudir sus cortinas, quitar violentamente sus cobijas y almohadas, y se sintiesen elevados sobre sus colchones, y aún botados fuera de la cama. Estos hechos son más frecuentes de lo que se cree; pero casi siempre quienes son víctimas no osan hablar de ello por temor al ridículo. Vino a nuestro conocimiento que se creyó “curar” a ciertos individuos de estas creídas alucinaciones, sometiéndole a curaciones destinadas a “locos”. Lo que, realmente, les convirtió en tales. La medicina no puede comprender estas cosas, porque ella no admite, en sus causas, sino el elemento material, de lo que resultan errores funestos. La historia, algún día relatará ciertas curaciones del siglo XIX, al igual que hoy se hace con ciertos procesos de la edad media.
Admitamos perfectamente que ciertos hechos sean la obra de la malicia o de la mala intención; pero si después de las más rigurosas constataciones resulta verdad de que no son obra de los seres humanos, es preciso convenir, o bien de que son obra del diablo, según algunos, y de los Espíritus según nosotros; pero de cuáles Espíritus?
9. Los Espíritus superiores, al igual que las personas serias y responsables, entre nosotros, no se divierten haciendo alboroto. Hemos evocado, con frecuencia, a los espíritus perturbadores para preguntarles el motivo que les induce a perturbar el descanso de esta manera. La mayor parte tiene la sola finalidad de divertirse, y estos espíritus son más ligeros que malos; ellos se ríen de los sustos que provocan y de los inútiles esfuerzos que se hacen para descubrir la causa de los hechos. Con frecuencia se empecinan en contra de un individuo, divirtiéndose en atormentarle y que persiguen de casa en casa; otras veces se atacan a una localidad sin otro motivo que el de su capricho.
Alguna vez son inducidos, también, por el deseo de venganza, como tendremos ocasión de ver más adelante. En ciertos casos, su intención es más loable: ellos quieren llamar la atención y entrar en relación, bien sea para dar una útil advertencia a la persona a la cual se dirigen, o para pedir algo por sí mismos. Hemos vistos, con frecuencia, que algunos solicitan oraciones, otros, que se cumpla en su nombre algún voto que ellos no habían podido cumplir; otros, en fin, en la búsqueda de su propio descanso, quieren reparar una mala acción cometida por ellos en la dimensión física. En general, es un error de asustarse; su presencia puede ser inoportuna, pero no es peligrosa. Se concibe, del resto, el deseo que se tiene de desembarazarse de los mismos, y se hace generalmente, para esto, todo lo contrario de lo que sería necesario para obtener este fin. Si son espíritus que se divierten, más se toma la cosa en serio, más ellos persisten, como chavales maliciosos que se divierten atormentando tanto más a quien se inquieta y en asustar a los medrosos. Si en cambio nos riésemos de tales bromas, terminarían por cansarse y por quedarse tranquilos.
Nosotros conocemos a una persona que, en vez de irritarse, los desafiaba a hacer la tal o la cual otra cosa, al punto que, después de algún día, ellos no regresaron más. Pero, como hemos dicho, existen aquellos cuyo motivo es menos ligero. Esta es la razón por la que es muy importante conocer qué es lo que quieren. Si solicitan algo, se puede estar seguros que cesarán sus visitas, tan pronto como su deseo quede satisfecho. El mejor medio de saber como regularse es aquel de evocar al espíritu por medio de un buen sensitivo escribiente: de sus respuestas se verá enseguida lo que se ha de hacer, y se actuará en consecuencia; si se trata de un espíritu infeliz, la solidaridad quiere que él sea tratado con las atenciones que merece; si él es un burlón de mal género, se puede actuar hacia él sin ninguna contemplación; si él es malévolo es preciso pedir a Dios de rendirle mejor. En cada caso, la oración, -o el pedido-, no puede dejar de tener un buen resultado. Pero la solemnidad de las fórmulas del exorcismo los hace reír, ya que no le hacen ningún caso. Pudiendo entrar en comunicación con ellos, conviene desconfiar de las calificaciones burlescas o atemorizantes, que se dan alguna vez para divertirse de nuestra credulidad.
Regresaremos con mayores explicaciones sobre este tema y sobre las causas que rinden, con frecuencia, ineficaces las oraciones, en el capítulo de los Lugares frecuentados y de las Obsesiones.
10.         Estos fenómenos, aunque producidos por espíritus inferiores, son, con frecuencia, provocados por Espíritus de un orden más elevado, con el fin de convencer de la existencia de los seres incorpóreos y de una potencia superior al ser humano. La fama ruidosa que es la consecuencia, el espanto que el mismo produce, llaman sin falta la atención y terminan por abrir los ojos a los más incrédulos. Estos encuentran más simple considerar los fenómenos como fruto de la imaginación, explicación comodísima que dispensa de dar otras. Todavía, cuando son desmoronados algunos objetos o éstos son arrojados a la cabeza, seria preciso una imaginación muy complaciente para figurarse que cosas similares suceden, cuando no fuese verdad. Se observa un efecto cualquiera, y este efecto tiene necesariamente una causa; si una observación fría y calmada nos demuestra que el efecto es independiente de toda voluntad humana y de toda causa material; si además, nos da signos evidente de inteligencia y de buena voluntad, cosa ésta que es el signo más característico, se es, también, obligados de atribuirlo a una inteligencia oculta!
Cuáles son estos seres misteriosos? Esto es lo que los estudios Espíritas nos explican de manera inobjetable, por los medios que nos pueden comunicar con ellos. Estos estudios nos enseñan, por otra parte, a distinguir lo que hay de real, de falso o de exagerado, en los fenómenos de los cuales no podemos rendirnos cuenta.
Cuando se produce un efecto insólito, como ruidos, movimientos y, también, apariciones, se debe pensar, ante de todo, que tales fenómenos tengan una causa material, porque esta suposición es la más probable; entonces, es preciso buscar esta causa  con el mayor empeño y no admitir la intervención de los Espíritus antes de haber examinado cada cosa. Aquel que, por ejemplo, sin que se le acerque nadie, recibiese una abofeteada, o bien unos golpes de bastón en las espaldas, como ya ha sucedido, no podría dudar de la presencia de un ser invisible.
Conviene tenerse en guardia no sólo en contra de los relatos que, más o menos, pueden pecar de exageración, sino también en contra de las propias impresiones, y no atribuir un origen oculto a todo lo que no se comprende. Una infinidad de causas simplísimas y naturalísimas puede producir a primera vista efectos extraños, y sería una verdadera superstición la de descubrir en todas partes espíritus ocupados en voltear muebles, romper la vajilla, suscitando, en fin, los miles y un inconvenientes de la casa, que sería más razonable atribuir a la poca atención.
11.         La explicación dada del movimiento de los cuerpos inertes se aplica, naturalmente, a todos los efectos espontáneos que hemos notado. Los ruidos, por cuanto más fuertes que los golpes dados en la mesa, tienen la misma causa; los objetos lanzados, o movidos, los son en razón de la misma fuerza que eleva un objeto cualquiera. Más bien, una circunstancia viene en apoyo de esta teoría. Se podría preguntar: dónde se encuentra el sensitivo en esta circunstancia? Los Espíritus nos dijeron en casos similares siempre hay alguien cuyo poder se ejercita sin él saberlo. Las manifestaciones espontáneas se producen raramente en los sitios aislados: es casi siempre en las casas habitadas que ellas tienen lugar, y a causa de la presencia de ciertos individuos que ejercitan una involuntaria influencia.          
Estas personas son verdaderos sensitivos, sin saberlo, y por esta razón, nosotros les denominamos sensitivos naturales; entre éstos y los demás existe la misma relación que pasa entre los sonámbulos naturales y los magnéticos, y son en igual grado dignos de observación.
12.         La intervención voluntaria o involuntaria de una persona dotada de una disposición especial para la producción de estos fenómenos, parece siempre necesario en la mayor parte de los casos, aunque hayan algunos que, al parecer, el Espíritu actúa por sí solo; pero entonces podría también darse que él percibiese el fluido animalizado en otro lugar, y no en una persona presente.
Esto explica porque los Espíritus, que sin parar nos rodean no producen en todo momento las perturbaciones. Ocurre, antes de todo, que el Espíritu lo quiera, que él tenga un objetivo, un motivo, sin el cual no hace nada. Ocurre, después, que él encuentre, precisamente en el lugar en donde quisiera actuar, una persona apta a secundarlo, coincidencia que se encuentra muy raramente. Si esta última persona circunstancialmente llegase, él se aprovecharía enseguida. Al margen de que se presenten las coincidencias favorables, él podría ser inhibido por una voluntad superior que no le permitiese de actuar a su capricho. Podría serle permitido de hacerlo únicamente dentro de ciertos límites, y en el caso en el cual estas manifestaciones fuesen juzgadas útiles, sea como medio de convicción, o como prueba para la persona que es el objeto.
13.         Citaremos, solamente, a este propósito, el diálogo provocado en la ocasión de los hechos sucedidos en junio de 1860 en la calle de los Noyers a París. Se encontrarán los detalles en la Revue Spirite, número de agosto de 1960.
       I. (A Luis) Quisierais tener la bondad de decirnos si los hechos que se dice acaecieron en la vía Noyers son reales? En cuanto a su posibilidad, no albergamos duda alguna.
-“Sí, estos hechos son verdaderos; solamente la imaginación de las personas los engrandecerá, bien sea por temor, o por ironía; pero, lo repito, son verdaderos. Estas manifestaciones son provocadas por un Espíritu que se divierte un poco a costa de los habitantes del lugar”-.
     II. Hay, en la casa, alguna persona que es la causa de estas manifestaciones?
-“Ellas están, siempre, vinculadas a la persona a la cual el Espíritu se ataca. Este Espíritu perturbador es antagónico al habitante del lugar en que él se encuentra, y quiere hacerles algunas bromas, buscando, al mismo tiempo, que se vaya del lugar”-.
  III. Nosotros preguntamos si entre los habitantes de la casa hay alguien que sea la causa de estos fenómenos por influencia espiritual espontánea e involuntaria.
-“Ciertamente; sin esto el hecho no podría suceder. Un Espíritu habita el lugar de su predilección; queda en la inacción hasta que alguien de una naturaleza que le resulte conveniente se presenta en tal lugar; cuando esta persona llega, entonces él se divierte lo más que puede”-.
    IV. La presencia de esta persona en los lugares mencionados es, quizá, indispensable?
-“Este es el caso más ordinario, y es, precisamente, aquel del hecho que citáis; esta es la razón por la que se mencionó que sin esto el hecho no habría podido suceder; pero, no he entendido generalizar, por cuanto existen casos en los cuales la presencia en el lugar no es en absoluto necesaria”-.
       V. Siendo, siempre, estos Espíritus de un orden inferior la aptitud para servirle de auxiliar constituye, quizá, una presunción desfavorable para la persona que está dotada? Indica esto, quizá, una simpatía para los seres de esta naturaleza?
-“Precisamente no; ya que esta aptitud es inherente a una disposición física; todavía, este indica, con mucha frecuencia, una tendencia material que sería preferible no tener, por cuanto más se es moralmente elevados, en igual grado se atraen buenos espíritus, que, en consecuencia, alejan a los imperfectos”-.
    VI. De dónde toma el Espíritu los proyectiles de los cuales se sirve?
-“Estos diversos objetos son tomados, habitualmente, del mismo lugar o en la vecindad; la fuerza de lanzarlos en el espacio proviene del Espíritu, y estos caen en el lugar fijado por el mismo espíritu”-.
 VII. Por cuanto las manifestaciones espontáneas son, con frecuencia, permitidas, e inclusive provocadas con la finalidad de convencer, nos parece que, si ciertos incrédulos fuesen personalmente el objeto, serían forzados a rendirse a la evidencia. Se lamentan, a veces, de no ser testigos de hechos concluyentes; no dependería, quizá, de los Espíritus suministrarles alguna prueba sensible?
-“Los ateos, los materialistas no son ellos continuamente testigos de la potencia de Dios y del pensamiento? Esto no le impide a ellos de negar a Dios y al Espíritu. Los hechos extraordinarios de Jesús, han, quizá, convencido a todos sus contemporáneos? Los Fariseos le decían: -“Maestro, hacednos ver algún prodigio”, no se parecen a ellos quienes piden, hoy, que les hagáis ver algunas manifestaciones? Si no están convencidos de las maravillas de la creación, no podrían serlo en mayor grado si los Espíritus se les aparecieran en la manera menos equívoca, ya que su orgullo les rinde semejantes a caballos rebeldes. Las ocasiones de ver no les faltarían si buscasen con buena fe. Esta es la razón por la que Dios no juzga necesario de hacer para ellos más de lo que hace para quienes buscan sinceramente de instruirse, por cuanto Él no recompensa más que a los seres humanos de buena voluntad- Su incredulidad no impedirá a la voluntad de Dios de cumplirse; vosotros veis bien que no han impedido a la Doctrina de expandirse. Cesad, por lo tanto, de inquietaros de su oposición que está a la Doctrina al igual que la sombra al cuadro., y le da un mayor relieve. Cuál mérito tendrían ellos de ser convencidos con la fuerza? Dios les deja toda responsabilidad por su testarudez: y esta responsabilidad será más terrible de lo que pensáis. Jesús dijo: -“Felices aquellos que creen sin haber visto, por cuanto no dudan de la potencia de Dios”-.
VIII. Creéis vosotros que sea útil evocar a este Espíritu para pedirle alguna explicación?
-“Evocadlo, si queréis; pero es un Espíritu inferior, que os dará solamente respuestas insignificantes”-.
14.         Conversación con el Espíritu perturbador de la vía de los Noyers.
       I. Evocación.
-“Qué razón os mueve en llamarme? Queréis vosotros, por lo tanto, que os apedree? Se vería, entonces, un bonito “sálvese quien pueda”, a pesar de vuestro aspecto serio”-.
     II. Aún cuando tú nos tiraras piedras, nosotros no nos asustaremos; más bien nosotros te preguntamos positivamente si tú puedes tirarnos alguna.
-“Aquí quizá no podría; vosotros tenéis un guardián que vigila muy bien sobre vosotros”-.
  III. En la vía de los Noyers se encontraba, quizá, alguno que te ayudaba para rendirte más fácil los incorrectos lanzamientos que hacías a los habitantes de la casa?
-“Ciertamente encontré un buen instrumento, y ningún Espíritu docto, sabio y escrupuloso que me haya impedido de actuar; por cuanto soy alegre, y me gusta, alguna vez, divertirme”-.
    IV. Cuál fue la persona que te sirvió de instrumento?
-“Una sirvienta”-.
       V. Te servía de auxiliar sin saberlo?
-“Sí; pobre muchacha! Estaba más asustada que todos”-.
    VI. Actuabas, tú, con un fin hostil?
-“Yo no tenía ningún objetivo hostil; pero los seres humanos que se adueñan de todo buscarán de transformar las cosas en su beneficio”-.
 VII. Qué quieres decir con esto?
-“Buscaba divertirme; pero vosotros estudiaréis el caso y tendréis un hecho adicional para demostrar que nosotros existimos”-.
VIII. Tú dices que no tenías un fin hostil, y no obstante esto has roto todos los vidrios del apartamento (piso); has producido, de esta manera, un daño real.
-“Son pequeñeces”-.
    IX. Dónde te has procurado los objetos que lanzaste?
-“Son bastante comunes; los he encontrado en el corredor y en los jardines cercanos”-.
      X. Allí los has encontrados todos, o alguno lo has fabricado? (Ver cap. 12).
-“No he creado ni compuesto nada”-.
    XI. Si no los hubieses encontrado, los habría podido fabricar?
-“Habría sido más difícil; pero, rigurosamente hablando, se mezclan las materias y esto hace un todo cualquiera”-.
 XII. Nárranos, ahora, como los has lanzado?
-“Oh! Esto es más difícil explicarlo. Me serví de la naturaleza eléctrica de esta muchacha uniéndola a mi mano material; hemos, así, podido transportar estas diversas materias”-.
XIII. Tú querrás, seguramente, pienso, darnos alguna información sobre tu persona. Antes de todo, dinos enseguida: hace mucho tiempo que has desencarnado?
-“Bastante. Unos cincuenta años”-.
XIV. Quién eras tú cuando vivías, en esta dimensión física?
-“No era alguien relevante; trabajaba como recogedor de trapos, en esta zona; y algunas veces me decían tonterías, porque me gustaba mucho un licor rojo del buen Noè; esta es la razón por la que quisiera desalojarlos a todos”-.
   XV. Fuiste tú mismo, y de tu plena voluntad, que has respondido a nuestras preguntas?
-“Tenía un instructor”-.
XVI. Quien es este instructor?
-“Vuestro buen rey: Luis”-.
Observación: Esta última pregunta fue motivada por la naturaleza de algunas respuestas, que nos parecieron superar el nivel de este Espíritu, tanto por el fondo de las ideas, como por la forma del lenguaje. Nada hay, por lo tanto, de sorprendente que él haya sido ayudado por un Espíritu iluminado, que quería aprovechar de esta ocasión para darnos una instrucción.
Este es un hecho ordinario, pero un particular importante en esta circunstancia es que la influencia del otro Espíritu se hizo sentir sobre la escritura misma. La de las respuestas en que él intervino es más regular  y más fluida; la del recogedor de trapos es angulosa, gruesa, irregular, a menudo poco legible y de un carácter del todo diferente.
XVII.   Qué es lo que tú haces ahora? Te ocupas de tu porvenir?
-“No todavía. Estoy en estado libre. Se piensa tan poco a mí en la tierra, que nadie ruega por mí; y así, no siendo ayudado por alguien, yo no trabajo”-.
Observación: Se verá más tarde, cuanto se pueda contribuir al progreso y a la elevación de los Espíritus inferiores por medio del pedido y de los consejos.
XVIII.   Cuál fue tu nombre, cuanto vivía en la dimensión física?
-“Juanito”-.
XIX. Ahora bien, Juanito, nosotros pediremos por ti. Nuestro evocación ha sido de tu agrado, o te ha contrariado?
–“Más bien placer, ya que vosotros sois buenas personas, alegres compañeros, aunque un poco austeros. Pero no importa, vosotros me habéis oído, y yo estoy contento”-. (Juanito).
FENÓMENOS DE LOS APORTES

15.   Este fenómeno no difiere de los otros de los cuales hemos hablado, sino por la intención benévola del espíritu, que es el autor, por la naturaleza de los objetos, casi siempre graciosos, y por la manera dulce y delicada con la cual son traídos. Consiste en el aporte espontáneo de objetos, que no existen en el lugar donde uno se encuentra; con frecuencia se trata de flores, dulces, joyas, etcétera.
16.         Es preciso decir, antes de todo que este fenómeno es uno de los que mayormente se prestan a la imitación, y ocurre, por lo tanto, estar muy en guardia en contra del engaño. Se conoce hasta donde puede alcanzar el arte de la prestidigitación en lo que se refiere la las experiencias de este género; pero, también sin tener que vérsela con alguien de la profesión, se podría fácilmente ser engañados por una acción hábil e interesada. La mejor de todas las garantías reside, antes de todo, en el carácter, en la notoria honorabilidad, en el desinterés absoluto de la persona que obtiene tales efectos; en segundo lugar, en el examen atento de todas las circunstancias en los cuales los hechos se producen; en fin, en el iluminado conocimiento del Espiritismo, quien podría descubrir lo que sea factible de serlo.
17.         La teoría del fenómeno de los aportes, y de las manifestaciones físicas en general, se encuentra sintetizada de una manera clarificante en la siguiente disertación, dada por un Espíritu, de quien todas las comunicaciones tienen un carácter incontestable de profundidad y de lógica. Se encontrarán muchas otras posteriormente a esta obra. Él se ha hecho conocer bajo el nombre de Erasto, discípulo de Pablo de Tarso, y como Espíritu protector del sensitivo que le sirve de intérprete.
-“Para obtener fenómenos de este orden, es necesario tener consigo ciertos sensitivos, es decir dotados al más alto grado de las facultades espirituales de expansión y de penetrabilidad; por cuanto el sistema nervioso de estos sensitivos, fácilmente excitable, le permite, por medio de ciertas vibraciones, de proyectar, a su alrededor, y con profusión, su fluido animalizado.
-“Las naturalezas impresionables, las personas cuyos nervios vibran al máximo sentimiento y a la más pequeña sensación; aquellos que la influencia moral o física, interna o externa, rinde sensibles, son sujetos muy aptos para convertirse en excelentes sensitivos a efectos físicos, de tangibilidad y de aportes. En efectos, su sistema nervioso, casi enteramente desprovisto de la envoltura refractaria, que aísla este sistema cerca de la mayor parte de los otros encarnados, los rinde idóneos al desarrollo de estos diversos fenómenos. En consecuencia, con un sujeto de esta naturaleza, de quien las otras facultades no sean en absoluto hostiles a la facultad espiritual, se obtendrán más fácilmente los fenómenos de tangibilidad, los golpes dados en las paredes y en los muebles, los movimientos inteligentes, y también la suspensión en el espacio de la materia inerte más pesante. A fortiori se obtendrán estos resultados si, en vez de un sensitivo, se poseen varios igualmente bien dotados.
-“Pero de la producción de estos fenómenos a la obtención de los de aportes, existe una enorme distancia; en este caso, de hecho, no solamente el trabajo del Espíritu es más complejo, más difícil, sino que aún más, el Espíritu no puede actuar más que por un solo instrumento sensible, es decir, que muchos sensitivos no pueden en forma conjunta concurrir a la producción de dicho fenómeno. Se da también el caso, que la presencia de personas antipáticas al Espíritu actuante se convierte en un obstáculo radical para su manifestación. A estos motivos, los cuales, como se ve, no carecen de importancia, agregad que los aportes requieren siempre una concentración más grande, y al mismo tiempo una difusión mayor de ciertos fluidos, y que no pueden ser obtenidos más que con los sensitivos mejores dotados; Aquellos, en una palabra, cuyo mecanismo electro sensitivo está mejor condicionado.
-“En general, los hechos de aportes son y quedarán excesivamente raros. No tengo necesidad de demostraros porque ellos son y serán menos frecuentes de los demás hechos de tangibilidad. Lo deduciréis vosotros mismos de lo expuesto. Por otra parte, estos fenómenos son de una tal naturaleza, que no solamente no todos los sensitivos son aptos, sino que no todos los mismos espíritus pueden producir”-.
-“Ocurre, de hecho, que entre el Espíritu y el sensitivo influenciado existe una cierta afinidad, una cierta analogía; en una palabra, una cierta semejanza, que permita a la parte expansible del fluido "periespíritico" (1) del encarnado de mezclarse, de unirse, de combinarse con el del Espíritu que desea realizar el aporte. Esta fusión debe ser tal que la fuerza resultante se convierta en: una; del mismo modo que una corriente eléctrica que actúa sobre el carbón produce un fuego y una luz única.
-“Por qué esta unión, y por qué esta fusión, diréis vosotros? La razón es que, para la producción de estos fenómenos, conviene que las propiedades esenciales del Espíritu motor hayan aumentado algo con las del sensitivo; en efectos, el fluido vital, indispensable a la producción de todos los fenómenos medianímicos es el dote exclusivo del encarnado, y en consecuencia el Espíritu operador está obligado a saturarse del mismo, absorbiendo una gran cantidad.
-“Solamente ahora, con la ayuda de ciertas propiedades que se encuentran en vuestro ambiente, desconocidas por vosotros, él puede aislar, rendir invisibles, y mover ciertos objetos materiales, e inclusive a los encarnados mismos.
-“No me es permitido, de momento, revelaros estas leyes particulares que rigen los gas y los fluidos que os circundan; pero antes de que haya transcurrido una cierta cantidad de años, antes de que se haya cumplido una existencia humana, la explicación de estas leyes y de estos fenómenos os será revelada, y vosotros veréis surgir y producirse una nueva variedad de sensitivos que caerán en un estado cataléptico particular tan pronto sean sensibilizados.
-“Vosotros veis cuantas dificultades caracterizan la producción de los aportes; potéis, po lo tanto, concluir de manera lógica que los fenómenos de esta naturaleza son muy raros, como ya os dije, y con tanta mayor razón los Espíritus se os prestan muy poco, por cuanto precisa de parte de ellos un trabajo casi material, lo que para ellos significa un esfuerzo poco agradable. Por otra parte, sucede, todavía, con mucha frecuencia, que, pese su energía y su voluntad, el estado del sensitivo mismo le opone una barrera insuperable.
-“Es por lo tanto evidente que los hechos tangibles de los golpes, de los movimientos  y de las suspensión, son fenómenos sencillos, los cuales sí operan con la concentración y la dilatación de ciertos fluidos, y que pueden ser provocados y obtenidos  por la voluntad y por el trabajo de los sensitivos adaptados a los mismos, cuanto estos son secundados por Espíritus amigos y benévolos. Los hechos de aporte, en cambio, son múltiples, complejos, exigen un concurso de circunstancias especiales, y no pueden ser cumplidos que por un solo Espíritu y por un solo sensitivo, y precisan, necesariamente, además de las necesidades de la tangibilidad, una combinación toda particular para ailar y rendir invisible el objeto que forman el sujeto del aporte.
-“Vosotros todos, estudiantes espíritas, comprendéis mis explicaciones, y os rendís exactamente cuenta de esta concentración de fluidos especiales, por la locomoción y la tangibilidad de la materia inerte; vosotros nos prestáis fe al igual que lo hacéis con los fenómenos de electricidad y de magnetismo, con los cuales los hechos medianímicos están plenos de analogías, y son, por así decirlo, la consagración y el desarrollo.
-“En cuanto a los incrédulos y a los científicos, peores que los incrédulos, no tengo tiempo para convencerles, no me ocupo de ellos; serán convencido, oportunamente, por la fuerza de la evidencia, por cuanto se precisará bien que ellos se inclinen delante del testimonio unánime de los hechos espirituales, como fueron obligados a hacerlo delante de tantos hechos que habían de buenas a primeras rechazado.
-“Resumiendo: si los hechos de tangibilidad son frecuentes, los de aporte son rarísimos, por cuanto las condiciones en los cuales desenvolverse son dificilísimas. En consecuencia, ningún sensitivo puede decir: a tal hora, a tal momento, obtendré un aporte, por cuanto muchas veces el mismo Espíritu se encuentra imposibilitado en su obra. Debo agregar que estos fenómenos son doblemente difíciles en público, por cuanto se encuentran elementos refractarios, que inhiben los esfuerzos del Espíritu, y en mayor grado la acción del sensitivo. Retened, por el contrario, como cierto que estos fenómenos se producen casi siempre, en particular espontáneamente, y más frecuentemente sin conocimiento de los sensitivos y sin premeditación; y en fin muy raramente cuando éstos se encuentran prevenidos. Vosotros debéis, por lo tanto, concluir, que existe un motivo de sospecha legítima cada vez que un sensitivo se alaba de obtenerlos a voluntad; en otros términos, es decir, de ordenar a los Espíritus como si fuesen sus servidores, lo que es simplemente absurdo. Retened todavía como regla general, que los fenómenos espirituales no son para nada realizados para que sirvan de espectáculo o para divertir a los curiosos. Si algunos Espíritus se prestan a este género de cosas, esto no puede ser más que para fenómenos simples y no para aquellos que exigen condiciones excepcionales, como son los aportes y otros similares.
Recordad, estudiantes de la Doctrina, que, así como es absurdo rechazar sistemáticamente todos los fenómenos de la dimensión espiritual, no es un acto de sabiduría, por otra parte, aceptarlos todos con los ojos cerrados”.
-“Cuando un fenómeno de tangibilidad, de aparición, de visibilidad o de aporte se manifiesta espontáneamente e instantáneamente, aceptadlo; pero no aceptad nada ciegamente; y que cada hecho pase por un análisis minucioso, profundo y severo; por lo tanto, creedlo, el Espiritismo, tan rico en fenómenos sublimes y grandiosos, nada puede ganar de estas pequeñas manifestaciones que pueden ser imitadas por hábiles prestidigitadores.
-“Yo se bien lo que queréis decirme: es decir, que estos fenómenos son útiles para convencer a los incrédulos; pero sabed que si no hubieseis tenido otros medios de convicción, no tendréis hoy la centésima parte de los estudiantes que tenéis. Hablad a la conciencia, por cuanto es de este lado que haréis mayores conversiones serias. Si creéis útil, para ciertas personas, actuar con hechos materiales, presentadlos, por lo menos, en circunstancias tales que no puedan dar lugar a alguna falsa interpretación; y sobre todo no salgáis de las condiciones normales de estos hechos; por cuanto los hechos presentados en inadecuadas condiciones, proporcionan argumentos a los incrédulos, en vez de convencerle”-. Erasto.
18.         Este fenómeno ofrece una particularidad muy singular y es que ciertos sensitivos no los obtienen sino en el estado de sonambulismo; y esto se explica fácilmente. Hay, en el sonámbulo, un desarrollo natural, una suerte de aislamiento del Espíritu y del periespíritu, que debe facilitar la combinación de los fluidos necesarios. Tal es el caso de los aportes de los cuales fuimos testigos. Las siguientes preguntas fueron dirigidas al Espíritu que los había producido, pero sus respuestas resienten de su insuficiencia: nosotros las hemos antepuesto al Espíritu Erasto, mucho más iluminado desde el punto de vista teórico, que las ha completado con observaciones  muy juiciosas. El uno es el artesano, el otro el sabio, y la comparación misma de estas dos inteligencias es un estudio instructivo, ya que se prueba con eso que no es suficiente ser un Espíritu para comprender todo.
         I.Queréis, os lo ruego, decirnos por qué los aportes que vos nos hacéis, se producen solamente en el sueño magnético del sensitivo?
-“Esto es atinente a la naturaleza del sensitivo; los hechos que produzco cuando el mío está dormido, podría, igualmente, producirlos en el estado de vigilia con otro sensitivo”-.
      II.Por qué hacéis esperar tan largamente el aporte de los objetos, y por qué excitáis el deseo del sensitivo, dinamizando su voluntad de obtener el objeto prometido?
-“Este tiempo me es necesario para preparar los fluidos que sirven al aporte; en cuanto a la excitación, la provoco, normalmente, con el solo fin de divertir a las personas presentes y a la sonámbula”-.
Observaciones de Erasto: -El Espíritu que respondió no sabe más que lo que ha expuesto; él no se rinde cuenta del motivo de esta ansiedad que le inquieta sin comprender el efecto; cree divertir, mientras que, en realidad, él provoca una  mayor emisión de fluido; esta es la consecuencia de la dificultad que presenta el fenómeno, dificultad siempre más grande cuando no es espontáneo, sobre todo con ciertos sensitivos.
    III.La producción del fenómeno depende de la naturaleza especial del sensitivo, y, podría producirse con otros sensitivos con mayor facilidad y prontitud?
-“La producción depende de la naturaleza del sensitivo, y no puede producirse más que con naturalezas correspondientes. Respecto a la prontitud, la costumbre que adoptamos, que se corresponde, frecuentemente, con el mismo sensitivo, nos es de gran ayuda”-.
      IV.La influencia de las personas presentes tiene alguna importancia?
-“Cuando existe algún grado de incredulidad, de oposición, esto puede darnos molestarnos mucho; nos agrada más realizar nuestras pruebas con personas con mentalidad abierta y versadas en el Espiritismo. Pero, con esto no quiero decir que la mala voluntad sea capaz de bloquear los resultados completamente”.,
        V.Dónde habéis ido a tomar las flores y los dulces que nos habéis traído?
-“Las flores las tomo en los jardines que me gustan”-.
      VI.Y los dulces? El comerciante debió haberse dado cuenta de que le faltaban.
-“Yo los tomo donde me place; el comerciante no se da cuenta en absoluto, por cuanto he colocado otros en su lugar”-.
   VII.Pero los anillos tienen un valor; dónde los habéis tomado? No ha, después, provocado algún daño a la persona de la cual los habéis tomado en préstamo?
-“Los he tomado en lugares desconocidos a todos, de modo que nadie pudiese ser afectado”-.
Observación de Erasto. .Estimo que el hecho sea explicado de manera insuficiente en razón de la capacidad del Espíritu que respondió. Sí, pudo haber habido, en realidad, un daño real, pero el Espíritu no quiso evidenciar que era capaz de cometer un fraude. Un objeto no puede ser sustituido, sino de otro idéntico, de la misma forma e idéntico valor; en consecuencia, si un espírut tuviese la facultad de sustituir un objeto símil al que toma, no habría razón alguna para tomarlo, y podría dar aquel que toma en sustitución del primero.
VIII.Es posible traer flores de otro planeta?
-“No, a mi no me es posible”-.
(A Erasto). Otros Espíritus tendrían este poder?
-“No, esto no es posible, por causa de las diferencia de ambientes”.,
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Aunque se trate de algo diferente, creemos oportuno dejar constancia, aquí, de lo siguiente: Dado que todo ser de cada reino natural tiene Espíritu, alma y cuerpo, en las especies vegetales, en un momento dado, podrían venir grupos de Espíritus del reino vegetal para traer un progreso que haya sido logrado en un mundo más avanzado. Igualmente, Espíritus del reino vegetal de mundos menos evolucionados, que la tierra, podrían venir aquí para aprender los progresos que les son inherentes al planeta. Esto abre perspectivas novedosas dignas de ser tomadas en cuenta en futuros estudios. Equivaldría a las migraciones espirituales del reino humano. Lo mismo podría ocurrir en el reino animal y mineral. Recordemos: La ley es una para los cuatro reinos naturales. Empero, “el fenómeno de aporte” de un mundo a otro, desde el punto de vista de la factibilidad no parecería estar fuera del alcance de la realidad, por cuanto lo único que varía es la distancia; por lo cual, es un tema que queda abierto para su ulterior estudio.
Son muy conocidos dos aportes de Elizabeth D´Esperance. El primero, realizado con la cooperación de su Espíritu guía, de nombre Yolanda, que se materializaba. Este aporte se produjo el 04 de agosto de 1880, cuyo resultado fue un gran planta, originaria de la India, que recibe el nombre de Ixora Crocata, que tenía una flor grande. Esta planta se mantuvo durante tres meses, antes de secarse. Con fecha 28 de junio de 1890, produjo otro aporte, una planta alta casi dos meses, que recibe el nombre de Giglio, de color dorado, que permaneció una semana en el salón de las reuniones, después de lo cual, según el Espíritu guía, Yolanda, dijo que debía ser restituida al lugar del cual se aportó.
     IX.Podríais aportar flores desde otro hemisferio; de los Trópicos, por ejemplo?
-“Desde el momento que es sobre la tierra, puedo hacerlo”-.
        X.Podríais regresar los objetos que habéis traído y luego volverlos a traer?
-“De la misma manera en que los he traído, podría, también, regresarlos, si quisiese hacerlo”-.
     XI.La producción del fenómeno de aporte, os produce alguna dificultad, o bien, resulta embarazoso?
-“No produce ninguna dificultad, cuando lo realizamos con permiso; podría haberla en elevado grado, si quisiéramos producir los efectos sin ser autorizados”-.
Observación de Erasto: -No quiere convenir en su esfuerzo, aunque el mismo sea real, ya que es forzado a realizar una labor, por así decirlo, material.
   XII.Cuáles son las dificultades que encontráis?
-“Ninguna otra, además de las malas disposiciones fluídicas, las cuales pueden sernos contrarias”-.
XIII.Cómo traéis el objeto; lo tomáis con las manos?
-“No, lo envolvemos en nosotros mismos”-.
Observaciones de Erasto: Él no explica claramente lo que realiza, ya que no envuelve el objeto en su propia personalidad; pero, como su fluido personal es dilatable, penetrable y expansible, él combina una parte de este fluido con una parte del fluido animal del sensitivo, por lo cual esconde y transporta en esta combinación el objeto de aportar. No es, por lo tanto, correcto decir que él envuelve el objeto en sí.
  XIV.Aportaríais con la misma facilidad un objeto de un peso considerable, de 50 kilos, por ejemplo?
-“El peso no es nada para nosotros; nosotros aportamos flores. Porque esto puede ser de mayor agrado que un peso voluminoso”-.
Observaciones de Erasto: Es justo; él puede transportar 100 o 200 kilos de objetos, desde el momento que la gravedad que existe para vosotros e nula para él; pero aquí, todavía, no se da cuenta, exactamente, de lo que sucede. La masa de los fluidos combinados es proporcional a la masa de los objetos; en una palabra, la fuerza debe ser en razón de la resistencia; se deduce que si el Espíritu no transporta más que una flor, o un objeto ligero, esto sucede con frecuencia porque no encuentra en el sensitivo, o en sí mismo, los elementos necesarios  para un esfuerzo más considerable.       
     XV.Hay, alguna vez, desapariciones de objetos cuya causa queda ignorada, y que sería obra de los Espíritus?
-“Esto sucede muy frecuentemente, mucho más de lo que vosotros pensáis, y se podría remediar rogando al Espíritu de traer el objeto desaparecido”-.
Observaciones de Erasto: -Esto es verdad; pero muchas veces lo que fue quitado fue muy bien realizado, por cuanto esos objetos que no se encuentran cerca de sí, son llevados muy lejos. Todavía, dado que la substracción de los objetos precisa más o menos las mismas condiciones fluídicas que las de los aportes, no puede tener lugar sino con la ayuda de sensitivos dotados de facultades especiales. Es más justo, por lo tanto, creer que cuando algo desaparece, sea debido, más bien, a vuestra inadvertencia que no por obra de los Espíritus.
  XVI.Hay, quizá, efectos que son retenidos fenómenos naturales, y que, en cambio, son debido a la acción de ciertos Espíritus?
-“Vuestras jornadas están llenas de este género de hechos, que vosotros no comprendéis, por cuanto no le prestáis atención, pero que un poco de reflexión os lo haría percibir claramente”-.
Observación de Erasto: -No atribuyáis a los Espíritus lo que es obra de la humanidad; pero creer a su influencia oculta y constante, que hace nacer a nuestro alrededor miles de circunstancias, miles de incidentes necesarios a vuestros actos y de vuestra existencia.
XVII.Entre los objetos aportados , no los hay, quizá, de aquellos que pueden ser fabricados por los Espíritus?
–“Por mí no, por cuanto no tengo el permiso para ello; lo podría hacer, únicamente, un Espíritu elevado”-.
XVIII.Cómo habéis introducido estos objetos, el otro día, mientras la habitación se encontraba cerrada?
-“Los hice entrar conmigo, envueltos, por así decir, en mi substancia; decir más no es algo explicable”-.
  XIX.Cómo habéis hecho para rendir visibles estos objetos que eran invisibles un instante antes?
-“Quité la materia que los envolvía”-.
Observación de Erasto: -No es materia propiamente dicha la que los envuelve, sino un fluido, mezclado por mitad en el peri-espíritu del sensitivo, y por la otra mitad en el del peri-espíritu del Espíritu que actúa.
    XX.(A Erasto). Puede un objeto ser introducido en un lugar perfectamente cerrado, en una palabra, el Espíritu puede espiritualizar un objeto material, de modo que pueda penetrar la materia?
-“Esta cuestión es compleja. En cuanto se refiere a los objetos aportados, el Espíritu puede rendirlos invisibles, pero no penetrables; él no puede romper la agregación de la materia, esto que formaría la destrucción del objeto. Él puede aportar cuando quiere este objeto convertido en invisible, y no dejarlo libre sino en el momento conveniente para hacerlo aparecer. Muy diverso es el procedimiento para los objetos que nosotros componemos. Desde el momento que nosotros no introducimos más que los elementos de la materia, y que estos elementos son esencialmente penetrables (en el mismo modo que penetramos nosotros mismos, y atravesamos los cuerpos más densos con la misma facilidad, con la cual los rayos solares atraviesan los vidrios de la ventana), podemos decir, perfectamente, que nosotros hemos introducido el objeto en un lugar, por cuanto cerrado él se encuentre. Pero esto sucede. Sólo, en este último caso”-.

(1) Se observa que cuando se trata de expresar una idea nueva, para la cual falta en la lengua el vocablo, los Espíritus saben crear perfectamente neologismos. Las palabras "electro-medianímico, periespíritico", no son nuestras. Quienes nos critican por la creación de los vocablos "espiritistas", "espiritismo" y "periespíritu" que no tenían sus análogas, podrán hacer el mismo proceso a los Espíritus.