EL
LIBRO DE LAS FACULTADES
Autor:
Allan Kardec
Versión castellana y
comentarios exegéticos:
Giuseppe Isgró C.
El primer libro de la historia en estudiar
a fondo
las facultades espirituales por la mayor
autoridad en la materia.
Capítulo XVI
PNEUMATOGRAFÍA
O ESCRITURA DIRECTA –
PNEUMATOFONÍA
ESCRITURA
DIRECTA
1.
La pneumatografía
es la escritura producida directamente por el Espíritu, sin ningún
intermediario: ella se diferencia de la psicografía en cuanto ésta es la
transmisión del pensamiento del Espíritu por medio de la escritura, sirviéndose
de la mano de un sensitivo.
El fenómeno de la
escritura directa es sin duda uno de los más extraordinarios de los estudiados
por el Espiritismo; pero, por cuanto anormal pueda parecer, es al día de hoy un
hecho real e incontrastable. Si la teoría es necesaria para rendirse cuenta de
la posibilidad de los fenómenos espíritas en general, ella lo es, quizá,
todavía más en este caso, que es, sin duda, uno de los más extraños que se han
presentado hasta ahora, pero que cesa de parecer sobrenatural desde el momento
en se explica el principio que le rige.
A la revelación de este
fenómeno, el sentimiento dominante fue el de la duda; la idea de un fraude fue
la primera; en efecto, todos conocen la acción de las tintas denominadas
simpáticas, cuyas trazas, a primera vista invisibles, aparecen únicamente
después de algún tiempo. Podía, por lo tanto, ser que se hubiese abusado de la
credulidad, y nosotros no afirmaremos que esto no haya jamás acaecido; más bien
estamos convencidos que alguno, sea con un fin mercenario, o únicamente por
amor propio y para convencer de su potencia, ha empleado ciertos subterfugios.
(Ver el capítulo de los fraudes).
Pero sería absurdo afirmar
que una cosa no existe solamente porque ella no puede ser imitada. No se ha encontrado,
quizá, en estos últimos tiempos, el medio de imitar la lucidez del sonambúlica
hasta el punto de parecer verdadera? Y el hecho de que este truco de
prestidigitador sea practicado en todas las ferias, permite afirmar que no
existen verdaderos sonámbulos? Por del hecho que exista vino adulterado, sería
quizá razonable deducir que no lo haya puro? Lo mismo puede decirse de la
escritura directa; por otra parte, las precauciones para asegurarse de la
realidad del fenómeno eran muy simples y fáciles, y, gracias a ellas, no puede,
al día de hoy, quedar duda alguna.
2.
Por cuanto la
posibilidad de escribir sin intermediarios es un atributo de los Espíritus, y
desde el momento en que los Espíritus han siempre existido, y han producido los
diversos fenómenos que conocemos, y así, de esta manera, han debido siempre
producir la escritura directa, tanto en la antigüedad como en nuestro días,
pueden explicarse de las tres palabras aparecidas en la fiesta de Baltasar.
En la
Edad Media , tan fecunda en prodigios
ocultos, que fueron sofocados, por otra parte, con la hoguera, debió
seguramente conocer la escritura directa, y quizá podría encontrarse en la teoría de las modificaciones que los
Espíritus pueden operar sobre la materia, (y que nosotros hemos
desarrollado en el Cap. 8), el principio de la creencia de la trasmutación
de los metales.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Es interesante estudiar
la acción de los Espíritus en la Transmutación alquímica, asomada por primera vez
sobre el particular.
Prescindiendo de los
resultados obtenidos en diversas épocas, no es sino después de la vulgarización
de las manifestaciones espíritas que seriamente ha surgido la cuestión de la
escritura directa. El primero que aparentemente la hizo conocer en Paris, a
mediados del siglo XIX, fue el barón de Guldenstubbé, quien publicó una obra de
gran interés sobre este argumento, la cual contiene un gran número de escritos fac-símiles
por él obtenidos. El fenómeno era ya conocido en América desde hacía algún
tiempo. La posición social del barón de Guldenstubbé, su independencia, y la
consideración de la cual gozaba en la elevada sociedad, le quitan
incontestablemente toda sospecha de fraude voluntario, por serle ajeno todo
interés personal subalterno.
3.
La escritura directa
se obtiene, como en general la mayor parte de las manifestaciones espíritas no espontáneas, con el recogimiento, la
oración y la evocación. Se han obtenido
con frecuencia en centros de espiritualidad, en lugares de últimas moradas, y a
los pies de las estatuas o imágenes de personajes que se evocan; pero es
evidente que la localidad no tiene otra influencia que la de provocar un más
profundo recogimiento, o una mayor concentración de pensamiento; por cuanto
está comprobado que se obtienen, igualmente, sin estos accesorios y en los
lugares más comunes, aún sobre un simple mueble doméstico, siempre que
concurran las condiciones precisas de moralidad, y se goce de la facultad
espiritual necesaria.
Inicialmente se creía que era necesario
depositar un lápiz sobre el papel; el hecho podía entonces explicarse hasta
cierto punto. Se sabe que los Espíritus operan el movimiento y el
desplazamiento de los objetos; que ellos los aferran y los lanzan,
eventualmente, a través del espacio; ellos podían, por lo tanto, en el mismo
modo, tomar el lápiz y servirse de él para trazar los caracteres; por cuanto
pueden dar el impulso a la mano del sensitivo, y por medio de éste a la
cestita, etcétera, ellos podrían, igualmente, hacerlo en manera directa. Pero
no se tardó en reconocer que la presencia del lápiz no era para nada necesaria
y que era suficiente un simple pliego de papel, doblado o no, sobre el cual se
encontraban, después de algunos minutos, los caracteres trazados. Es aquí que
el fenómeno cambia completamente de aspecto y nos conduce en un orden de cosas
completamente nuevo. Estos caracteres son trazados con una substancia
cualquiera; desde el momento en que no se le proporcionó esta substancia al
Espíritu, se deriva de ello que debió haberla aportado, o compuesto; de dónde
la obtuvo? Esta es la cuestión.
Si deseamos reportarnos a
las explicaciones dadas en el Cap. 8, Nª
127 y 128, se encontrará allí la teoría completa de este fenómeno. En
esta escritura, el Espíritu no se sirve ni de nuestras substancias, ni de
nuestros instrumentos; fabrica él mismo la materia y los instrumentos de los
cuales precisa, obteniendo sus materiales del elemento primitivo universal, al
cual hace experimentar, con su voluntad, las modificaciones necesarias
relativas al efecto que quiere obtener. Él puede, por lo tanto, fabricar
tanto el lápiz rojo, o negro, como la tinta, en sus variantes, y aún los
caracteres tipográficos tan resistentes para darle el relieve a la impronta, de
los cuales hemos observados diversos ejemplos. La hija de un conocido nuestro, una
joven de doce o trece años, ha obtenido páginas enteras escritas con una
substancia similar al pastel.
COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIC: En este fenómeno de escritura directa es preciso incluir los múltiples dibujos que en diversas partes del mundo suelen aparecer en pastos verdes, o secos, cuya precisión en los trazos y belleza en las formas, además del inherente simbolismo que encierran, reflejan una variante muy interesante de este fenómeno con el cual inteligencias espirituales llaman la atención de la humanidad. Un fenómeno digno de estudio, al igual que todas las facultades espirituales del ser humano por constituir un potencial a nuestro alcance con un fin previsto por la naturaleza de las cosas.
COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIC: En este fenómeno de escritura directa es preciso incluir los múltiples dibujos que en diversas partes del mundo suelen aparecer en pastos verdes, o secos, cuya precisión en los trazos y belleza en las formas, además del inherente simbolismo que encierran, reflejan una variante muy interesante de este fenómeno con el cual inteligencias espirituales llaman la atención de la humanidad. Un fenómeno digno de estudio, al igual que todas las facultades espirituales del ser humano por constituir un potencial a nuestro alcance con un fin previsto por la naturaleza de las cosas.
4.
Tal es el
resultado al cual nos ha conducido el fenómeno de la tabaquera mencionado en el Cap. 7, Nª 116, aprovechando la
oportunidad para profundizar sobre una de las más profundas leyes del
Espiritismo, cuyo conocimiento puede contener más de un misterio, aun del mundo
visible. De este modo, de un hecho aparentemente vulgar puede manifestarse la
luz; todo depende de la observación atenta, y esto es lo que todos pueden
hacer, al igual que nosotros, es decir, no limitarse sólo a la observación de
los efectos, sino en buscar la respectiva causa que los produce. Si nuestra
certeza se ha fortalecido día a día, es porque hemos comprendido; haced, por lo
tanto, comprender a vuestros seguidores si queréis hacer prosélitos serios. La inteligencia de las causas tiene
aún otro resultado, y es aquel capaz de trazar una línea de demarcación entre
la verdad y la superstición. Si nosotros consideramos la escritura directa
desde el punto de vista de las ventajas que ella puede ofrecer, diremos que su
principal utilidad fue la constatación de un hecho significativo: es decir, la
intervención de una potencia oculta, que por este medio encuentra un nuevo modo
para manifestarse. Pero las comunicaciones que de esta manera se obtienen son
raramente de alguna entidad; son, en general, espontáneas y limitadas a
palabras, sentencias, frecuentemente a signos ininteligibles; se les ha
obtenido en todas las lenguas: en griego, en latín, en árabe, en caracteres
jeroglíficos, etcétera, pero ellos no se han prestado, todavía, a aquellos
discursos completos y rápidos que permite la psicografía o la escritura mediumníca.
PNEUMATOFONÍA
5. Los Espíritus, pudiendo producir ruidos o golpes, pueden
también hacer oír gritos de todo tipo y sonidos vocales, imitando la voz humana
cerca de nosotros, o en el aire; es este el fenómeno que nosotros designamos
con el nombre de pneumatofonía.
Sirviéndonos del conocimiento que tenemos de la naturaleza de los Espíritus, se
puede argüir que algunos de ellos, cuando son de un orden inferior, creen de
hablar como si estuviesen encarnados. (Ver Revue Spirite, febrero 1858: Historia del Espíritu de la señorita
Clairon).
Convendría todavía evitar el tomar por
voces ocultas todos los sonidos que no tienen causa notoria o simples sonidos
en los oídos, y sobre todo el creer que exista la más mínima verdad en la
vulgar creencia que el oído en el que se manifiesta el ruido nos advierta que
alguien esté hablando de nosotros. Estos sonidos, cuya causa es puramente
fisiológica, no tienen por otra parte sentido alguno, mientras que los sonidos penumatofónicos expresan pensamientos, y
de esto únicamente se puede reconocer que tienen su origen en una causa
inteligente y no casual. Los efectos notoriamente
inteligentes son los únicos que pueden atestiguar la intervención de los
Espíritus; en cuanto a los otros existen cien probabilidades a favor y una en
contra de que se deben a causas fortuitas.
6. Sucede con frecuencia que entre el sueño y la vigilia se pronuncien
claramente algunas palabras, nombres y, eventualmente, frases enteras, y esto
en modo bastante nítido capaz de hacer despertar sobresaltada a la persona en
particular. Aun cuando en determinados casos pueda ocurrir que ésta sea
realmente una manifestación, todavía este fenómeno no es suficientemente
positivo para que pueda ser atribuido a una causa análoga a aquella que
nosotros hemos desarrollado en la teoría de la alucinación. (Cap. 5, Nª 111 y
siguientes). Lo que se siente de este modo no tiene, del resto, consecuencia
alguna. La cosa cambia de aspecto cuando se está totalmente despiertos, por cuanto
si la voz proviene de un Espíritu, se puede casi siempre tener con él un
intercambio de pensamientos y sostener una conversación regular.
Los sonidos espíritas, o pneumatofónicos, tienen dos maneras bien
diferentes de producirse: alguna vez es una voz íntima que resuena en el propio
interior, pero aunque las palabras sean claras y nítidas, nada tienen, todavía,
de material; otras veces ellas son exteriores, y tan bien articuladas, que
parecen provenir de ciertas personas que se encuentran a nuestro lado.
El fenómeno de la pneumatofonía es casi siempre espontáneo, en cualquier modo que se
produzca, y raramente puede ser provocado.
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