Un hermoso libro para toda la humanidad,
de lectura imprescindible para optimizar el potencial humano.
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentarios exegéticos:
Giuseppe Isgró C.
Capítulo IX
MANIFESTACIONES FÍSICAS ESPONTÁNEAS
Ruidos, alborotos y perturbaciones.
Objetos lanzados. Fenómeno de aporte.
1. Los
fenómenos que ahora hemos mencionado, son provocados, pero ocurre que
alguna vez se manifiestan espontáneamente, sin participación de la
voluntad; más bien, en ocasiones se convierten en fastidiosos e
inoportunos. Lo que excluye, por otra parte, la suposición de que puedan
ser un efecto de la imaginación excitada por las ideas espiritas, es
que se producen, con frecuencia, alrededor de individuos que ignoran
estas cosas y en los momentos en que menos lo esperan.
Estos
fenómenos, que podrían definirse “Espiritismo práctico natural”, son
importantísimos, por cuanto no pueden ser sospechados de connivencia; es
por esto que nosotros invitamos a quienes se ocupan de fenómenos
espíritas a recoger todos los hechos de este género que viniesen a su
conocimiento, pero sobre todo a constatar con cuidado su realidad,
mediante un esmerado estudio de las circunstancias, para asegurarse de
que no se es objeto de una alucinación o de una mistificación.
2. De
todas las manifestaciones espíritas, las más simples y frecuentes son
los ruidos y los golpes; es aquí, sobre todo, que es preciso temer a la
ilusión, por cuanto una cantidad de causas naturales los pueden
producir; el viento que sopla o que agita un objeto, un cuerpo que
nosotros mismos hacemos mover sin percatarnos, un efecto acústico, un
animal escondido, un insecto, etcétera, como también bromas de mal gusto
de personas. Los ruidos espíritas tienen, por otra parte, un carácter
particular, mientras demuestran una intensidad y un timbre variadísimo,
que los rinden fácilmente reconocibles y no permiten de confundirlos con
crujido de la madera, el chisporroteo del fuego, o con el tic-tac
monótono de un péndulo; son golpes secos, ahora sordos, débiles o
ligeros, ahora claros, distintos; algunas veces estrepitosos, que
cambian de sitio y se repiten sin una regularidad mecánica. De todos los
medios de control, el más eficaz, aquel que no puede dejar duda alguna
sobre su origen, es la obediencia a la voluntad. Si los golpes se hacen
oír en el lugar designado, si responden al pensamiento por su número e
intensidad, no se puede dejar de reconocer en ellos una causa
inteligente. La falta de obediencia, pero, no es siempre una prueba
contraria.
3. Admitamos
ahora que, con una constatación minuciosa, se adquiere la certeza que
los ruidos y otros efectos son manifestaciones reales; sería razonable
asustarse? No seguramente; por cuanto en ningún caso podría haber el
mínimo peligro. Solamente quienes estiman que sea el diablo pueden estar
asustados, al igual que los niños, a los cuales se les asusta con el
cuento del lobo, o con el de la bruja. Estas manifestaciones adquieren
en ciertas circunstancias, es preciso admitirlo, una proporción y una
persistencia desagradable, de lo que se deriva el deseo de
desembarazarse de ellas. A tal propósito, es necesaria una explicación.
4. Nosotros
hemos dicho que las manifestaciones físicas tienen la finalidad de
atraer nuestra atención sobre algo, y de convencernos de una potencia
superior al ser humano. Hemos dicho, también, que los espíritus elevados
no se ocupan de este género de manifestaciones; ellos, para
producirlas, se sirven de espíritus inferiores, como nosotros nos
servimos de servidores para los trabajos pesados. Tan pronto el objetivo
es alcanzado, cesa la manifestación material no siendo ella más
necesaria. Un ejemplo o dos harán comprender mejor este aspecto.
5. Hace
ya muchos años, al inicio de mis estudios de Espiritismo, estando una
noche ocupado en un trabajo relativo a esta materia, se hicieron sentir
ciertos golpes alrededor mío durante cuatro horas consecutivas. Era la
primera vez que me ocurría una cosa similar: constaté que
ellos no provenían de una causa circunstancial, pero, al momento no
pude saber nada más. En aquella época, yo tenía ocasión de ver
frecuentemente a un excelente sensitivo escribiente. Al día siguiente,
por lo tanto, interrogué al espíritu que se comunicaba por ese medio
sobre la causa de los golpes, y se me respondió: Es tu espíritu familiar que quería hablarte. Y qué es lo que quería decirme? Respuesta: Puedes preguntárselo tú mismo, porque él está allí
Habiendo,
después, interrogado a este espíritu, él se dio a conocer bajo un
nombre alegórico, (supe, luego, de otros espíritus que él pertenece a un
orden elevadísimo, y que representó un rol importante sobre la tierra);
me indicó algunos errores en mi trabajo, indicándome las líneas en las
cuales ellos se encontraban, me dio útiles y sabios consejos y agregó
que él siempre estaría conmigo, y que habría venido a mi requerimiento
todas las veces hubiese querido interrogarlo. De ahí en adelante, este
espíritu no me ha dejado nunca. Me dio miles de pruebas de su
superioridad, y su intervención benévola y eficaz se manifestó, para mí,
aún en los negocios de la vida material, así como, también, en las
cosas relativas a la metafísica.
Pero, enseguida, después de la realización de nuestro coloquio, los golpes cesaron.
Qué
es lo qué quería? Entrar en comunicación regular conmigo; por lo cual
debía advertirme. Habiéndome dado la advertencia y las explicaciones, y
establecidas las relaciones regulares, los golpes eran inútiles; he aquí
la razón por la cual cesaron completamente.
Un
hecho similar ocurrió a un amigo nuestro. Desde hacía algún tiempo su
habitación presentaba ruidos diversos, que se convirtieron en
desagradables. Habiéndoseme presentado la ocasión de interrogar al
espíritu de su padre por medio de un sensitivo escribiente, supe qué es
lo que se deseaba de él, hizo lo que le fue recomendado, y desde ese
momento no sintió nada más. Se debe observar que los individuos que
mantienen con los espíritus un medio regular y fácil de comunicación,
tienen mucho más raramente manifestaciones de este género, y esto se
comprende.
6. Las
manifestaciones espontáneas no se limitan siempre a ruidos y a golpes;
ellos degeneran, alguna vez, en perturbaciones y después en una
verdadera barahúnda: muebles y objetos diversos son derrumbados,
proyectiles de todo tipo son lanzados al exterior, puertas y ventanas
son abiertas y cerradas por manos invisibles, vidrios rotos,
acontecimientos tales que no pueden, ciertamente, ser considerados como
una ilusión.
El
trastorno es, con frecuencia, real, pero en alguna ocasión no tiene más
que la apariencia de la realidad. Se oye barahúnda en la habitación
adyacente, un ruido de vajilla que cae y se hace pedazos, leños que
ruedan sobre el pavimento; se acude rápidamente para ver lo que ocurre y
se observa que todo está en orden; después, apenas salidos, el tumulto
se reinicia.
7. Las
manifestaciones de este género no son ni raras ni nuevas; pocas son las
crónicas locales que no contengan alguna historia relativa a esto. El
temor, sin duda, ha exagerado los hechos, los cuales, pasando de boca en
boca, debieron tomar proporciones exageradas, y, la superstición
agregándole su fermento, las casas en que ocurrieron hechos similares se
les creyó frecuentadas por el diablo. Nacieron, de esta manera, todos
los relatos maravillosos o terribles de fantasmas. Ni los malvados
desaprovecharon tan magnífica ocasión para obtener provecho de la
credulidad, y esto, usualmente, por utilidad personal. Se comprende, del
resto, la impresión que hechos de este género, aún reducidos a la
realidad, pueden hacer sobre los caracteres menos fuertes y
predispuestos por la educación a las ideas supersticiosas. El medio más
seguro para prevenir inconvenientes que pudiesen derivarse de ello, dado
que no podrían impedirse, es el de que se conozca la verdad.
Las
cosas más simples se transforman en atemorizantes, cuando la causa es
desconocida. Cuando nos familiaricemos con los Espíritus, y cuando
aquellos a los cuales se les manifiestan no crearán más de tener una
legión de demonios a sus talones, no tendremos más temor.
En la Revista Espírita se puede leer el relato de muchos hechos auténticos de este género.
8. Los
hechos de esta naturaleza revisten, con frecuencia, el carácter de una
verdadera persecución. Nosotros conocemos seis hermanas que habitaban
juntas y que durante muchos años encontraban en la mañana sus vestidos
dispersos y escondidos, inclusive, arriba del techo, rotos y cortados en
pedazos, por cuanto fueran las precauciones tomadas cerrándolos bajo
llave. Ha sucedido muchas veces que individuos acostados y perfectamente despiertos,
viesen sacudir sus cortinas, quitar violentamente sus cobijas y
almohadas, y se sintiesen elevados sobre sus colchones, y aún botados
fuera de la cama. Estos hechos son más frecuentes de lo que se cree;
pero casi siempre quienes son víctimas no osan hablar de ello por temor
al ridículo. Vino a nuestro conocimiento que se creyó “curar” a ciertos
individuos de estas creídas alucinaciones, sometiéndole a curaciones
destinadas a “locos”. Lo que, realmente, les convirtió en tales. La
medicina no puede comprender estas cosas, porque ella no admite, en sus
causas, sino el elemento material, de lo que resultan errores funestos.
La historia, algún día relatará ciertas curaciones del siglo XIX, al
igual que hoy se hace con ciertos procesos de la edad media.
Admitamos
perfectamente que ciertos hechos sean la obra de la malicia o de la
mala intención; pero si después de las más rigurosas constataciones
resulta verdad de que no son obra de los seres humanos, es preciso
convenir, o bien de que son obra del diablo, según algunos, y de los
Espíritus según nosotros; pero de cuáles Espíritus?
9. Los
Espíritus superiores, al igual que las personas serias y responsables,
entre nosotros, no se divierten haciendo alboroto. Hemos evocado, con
frecuencia, a los espíritus perturbadores para preguntarles el motivo
que les induce a perturbar el descanso de esta manera. La mayor parte
tiene la sola finalidad de divertirse, y estos espíritus son más ligeros
que malos; ellos se ríen de los sustos que provocan y de los inútiles
esfuerzos que se hacen para descubrir la causa de los hechos. Con
frecuencia se empecinan en contra de un individuo, divirtiéndose en
atormentarle y que persiguen de casa en casa; otras veces se atacan a
una localidad sin otro motivo que el de su capricho.
Alguna
vez son inducidos, también, por el deseo de venganza, como tendremos
ocasión de ver más adelante. En ciertos casos, su intención es más
loable: ellos quieren llamar la atención y entrar en relación, bien sea
para dar una útil advertencia a la persona a la cual se dirigen, o para
pedir algo por sí mismos. Hemos vistos, con frecuencia, que algunos
solicitan oraciones, otros, que se cumpla en su nombre algún voto que
ellos no habían podido cumplir; otros, en fin, en la búsqueda de su
propio descanso, quieren reparar una mala acción cometida por ellos en
la dimensión física. En general, es un error de asustarse; su presencia
puede ser inoportuna, pero no es peligrosa. Se concibe, del resto, el
deseo que se tiene de desembarazarse de los mismos, y se hace
generalmente, para esto, todo lo contrario de lo que sería necesario
para obtener este fin. Si son espíritus que se divierten, más se toma la
cosa en serio, más ellos persisten, como chavales maliciosos que se
divierten atormentando tanto más a quien se inquieta y en asustar a los
medrosos. Si en cambio nos riésemos de tales bromas, terminarían por
cansarse y por quedarse tranquilos.
Nosotros
conocemos a una persona que, en vez de irritarse, los desafiaba a hacer
la tal o la cual otra cosa, al punto que, después de algún día, ellos
no regresaron más. Pero, como hemos dicho, existen aquellos cuyo motivo
es menos ligero. Esta es la razón por la que es muy importante conocer
qué es lo que quieren. Si solicitan algo, se puede estar seguros que
cesarán sus visitas, tan pronto como su deseo quede satisfecho. El mejor
medio de saber como regularse es aquel de evocar al espíritu por medio
de un buen sensitivo escribiente: de sus respuestas se verá enseguida lo
que se ha de hacer, y se actuará en consecuencia; si se trata de un
espíritu infeliz, la solidaridad quiere que él sea tratado con las
atenciones que merece; si él es un burlón de mal género, se puede actuar
hacia él sin ninguna contemplación; si él es malévolo es preciso pedir a
Dios de rendirle mejor. En cada caso, la oración, -o el pedido-, no
puede dejar de tener un buen resultado. Pero la solemnidad de las
fórmulas del exorcismo los hace reír, ya que no le hacen ningún caso.
Pudiendo entrar en comunicación con ellos, conviene desconfiar de las
calificaciones burlescas o atemorizantes, que se dan alguna vez para
divertirse de nuestra credulidad.
Regresaremos
con mayores explicaciones sobre este tema y sobre las causas que
rinden, con frecuencia, ineficaces las oraciones, en el capítulo de los
Lugares frecuentados y de las Obsesiones.
10. Estos
fenómenos, aunque producidos por espíritus inferiores, son, con
frecuencia, provocados por Espíritus de un orden más elevado, con el fin
de convencer de la existencia de los seres incorpóreos y de una
potencia superior al ser humano. La fama ruidosa que es la consecuencia,
el espanto que el mismo produce, llaman sin falta la atención y
terminan por abrir los ojos a los más incrédulos. Estos encuentran más
simple considerar los fenómenos como fruto de la imaginación,
explicación comodísima que dispensa de dar otras. Todavía, cuando son
desmoronados algunos objetos o éstos son arrojados a la cabeza, seria
preciso una imaginación muy complaciente para figurarse que cosas
similares suceden, cuando no fuese verdad. Se observa un efecto
cualquiera, y este efecto tiene necesariamente una causa; si una
observación fría y calmada nos demuestra que el efecto es independiente
de toda voluntad humana y de toda causa material; si además, nos da
signos evidente de inteligencia y de buena voluntad, cosa ésta que es el
signo más característico, se es, también, obligados de atribuirlo a una
inteligencia oculta!
Cuáles
son estos seres misteriosos? Esto es lo que los estudios Espíritas nos
explican de manera inobjetable, por los medios que nos pueden comunicar
con ellos. Estos estudios nos enseñan, por otra parte, a distinguir lo
que hay de real, de falso o de exagerado, en los fenómenos de los cuales
no podemos rendirnos cuenta.
Cuando
se produce un efecto insólito, como ruidos, movimientos y, también,
apariciones, se debe pensar, ante de todo, que tales fenómenos tengan
una causa material, porque esta suposición es la más probable; entonces,
es preciso buscar esta causa con el mayor empeño
y no admitir la intervención de los Espíritus antes de haber examinado
cada cosa. Aquel que, por ejemplo, sin que se le acerque nadie,
recibiese una abofeteada, o bien unos golpes de bastón en las espaldas,
como ya ha sucedido, no podría dudar de la presencia de un ser
invisible.
Conviene
tenerse en guardia no sólo en contra de los relatos que, más o menos,
pueden pecar de exageración, sino también en contra de las propias
impresiones, y no atribuir un origen oculto a todo lo que no se
comprende. Una infinidad de causas simplísimas y naturalísimas puede
producir a primera vista efectos extraños, y sería una verdadera
superstición la de descubrir en todas partes espíritus ocupados en
voltear muebles, romper la vajilla, suscitando, en fin, los miles y un
inconvenientes de la casa, que sería más razonable atribuir a la poca
atención.
11. La
explicación dada del movimiento de los cuerpos inertes se aplica,
naturalmente, a todos los efectos espontáneos que hemos notado. Los
ruidos, por cuanto más fuertes que los golpes dados en la mesa, tienen
la misma causa; los objetos lanzados, o movidos, los son en razón de la
misma fuerza que eleva un objeto cualquiera. Más bien, una circunstancia
viene en apoyo de esta teoría. Se podría preguntar: dónde se encuentra
el sensitivo en esta circunstancia? Los Espíritus nos dijeron en casos
similares siempre hay alguien cuyo poder se ejercita sin él saberlo. Las
manifestaciones espontáneas se producen raramente en los sitios
aislados: es casi siempre en las casas habitadas que ellas tienen lugar,
y a causa de la presencia de ciertos individuos que ejercitan una
involuntaria influencia.
Estas
personas son verdaderos sensitivos, sin saberlo, y por esta razón,
nosotros les denominamos sensitivos naturales; entre éstos y los demás
existe la misma relación que pasa entre los sonámbulos naturales y los
magnéticos, y son en igual grado dignos de observación.
12. La
intervención voluntaria o involuntaria de una persona dotada de una
disposición especial para la producción de estos fenómenos, parece
siempre necesario en la mayor parte de los casos, aunque hayan algunos
que, al parecer, el Espíritu actúa por sí solo; pero entonces podría
también darse que él percibiese el fluido animalizado en otro lugar, y
no en una persona presente.
Esto
explica porque los Espíritus, que sin parar nos rodean no producen en
todo momento las perturbaciones. Ocurre, antes de todo, que el Espíritu
lo quiera, que él tenga un objetivo, un motivo, sin el cual no hace
nada. Ocurre, después, que él encuentre, precisamente en el lugar en
donde quisiera actuar, una persona apta a secundarlo, coincidencia que
se encuentra muy raramente. Si esta última persona circunstancialmente
llegase, él se aprovecharía enseguida. Al margen de que se presenten las
coincidencias favorables, él podría ser inhibido por una voluntad
superior que no le permitiese de actuar a su capricho. Podría serle
permitido de hacerlo únicamente dentro de ciertos límites, y en el caso
en el cual estas manifestaciones fuesen juzgadas útiles, sea como medio
de convicción, o como prueba para la persona que es el objeto.
13. Citaremos,
solamente, a este propósito, el diálogo provocado en la ocasión de los
hechos sucedidos en junio de 1860 en la calle de los Noyers a París. Se
encontrarán los detalles en la Revue Spirite, número de agosto de 1960.
I.
(A Luis) Quisierais tener la bondad de decirnos si los hechos que se
dice acaecieron en la vía Noyers son reales? En cuanto a su posibilidad,
no albergamos duda alguna.
-“Sí,
estos hechos son verdaderos; solamente la imaginación de las personas
los engrandecerá, bien sea por temor, o por ironía; pero, lo repito, son
verdaderos. Estas manifestaciones son provocadas por un Espíritu que se
divierte un poco a costa de los habitantes del lugar”-.
II. Hay, en la casa, alguna persona que es la causa de estas manifestaciones?
-“Ellas
están, siempre, vinculadas a la persona a la cual el Espíritu se ataca.
Este Espíritu perturbador es antagónico al habitante del lugar en que
él se encuentra, y quiere hacerles algunas bromas, buscando, al mismo
tiempo, que se vaya del lugar”-.
III.
Nosotros preguntamos si entre los habitantes de la casa hay alguien que
sea la causa de estos fenómenos por influencia espiritual espontánea e
involuntaria.
-“Ciertamente; sin esto el hecho no podría suceder. Un
Espíritu habita el lugar de su predilección; queda en la inacción hasta
que alguien de una naturaleza que le resulte conveniente se presenta en
tal lugar; cuando esta persona llega, entonces él se divierte lo más
que puede”-.
IV. La presencia de esta persona en los lugares mencionados es, quizá, indispensable?
-“Este
es el caso más ordinario, y es, precisamente, aquel del hecho que
citáis; esta es la razón por la que se mencionó que sin esto el hecho no
habría podido suceder; pero, no he entendido generalizar, por cuanto
existen casos en los cuales la presencia en el lugar no es en absoluto
necesaria”-.
V.
Siendo, siempre, estos Espíritus de un orden inferior la aptitud para
servirle de auxiliar constituye, quizá, una presunción desfavorable para
la persona que está dotada? Indica esto, quizá, una simpatía para los
seres de esta naturaleza?
-“Precisamente
no; ya que esta aptitud es inherente a una disposición física; todavía,
este indica, con mucha frecuencia, una tendencia material que sería
preferible no tener, por cuanto más se es moralmente elevados, en igual
grado se atraen buenos espíritus, que, en consecuencia, alejan a los
imperfectos”-.
VI. De dónde toma el Espíritu los proyectiles de los cuales se sirve?
-“Estos
diversos objetos son tomados, habitualmente, del mismo lugar o en la
vecindad; la fuerza de lanzarlos en el espacio proviene del Espíritu, y
estos caen en el lugar fijado por el mismo espíritu”-.
VII.
Por cuanto las manifestaciones espontáneas son, con frecuencia,
permitidas, e inclusive provocadas con la finalidad de convencer, nos
parece que, si ciertos incrédulos fuesen personalmente el objeto, serían
forzados a rendirse a la evidencia. Se lamentan, a veces, de no ser
testigos de hechos concluyentes; no dependería, quizá, de los Espíritus
suministrarles alguna prueba sensible?
-“Los
ateos, los materialistas no son ellos continuamente testigos de la
potencia de Dios y del pensamiento? Esto no le impide a ellos de negar a
Dios y al Espíritu. Los hechos extraordinarios de Jesús, han, quizá,
convencido a todos sus contemporáneos? Los Fariseos le decían:
-“Maestro, hacednos ver algún prodigio”, no se parecen a ellos quienes
piden, hoy, que les hagáis ver algunas manifestaciones? Si no están
convencidos de las maravillas de la creación, no podrían serlo en mayor
grado si los Espíritus se les aparecieran en la manera menos equívoca,
ya que su orgullo les rinde semejantes a caballos rebeldes. Las
ocasiones de ver no les faltarían si buscasen con buena fe. Esta es la
razón por la que Dios no juzga necesario de hacer para ellos más de lo
que hace para quienes buscan sinceramente de instruirse, por cuanto Él
no recompensa más que a los seres humanos de buena voluntad- Su
incredulidad no impedirá a la voluntad de Dios de cumplirse; vosotros
veis bien que no han impedido a la Doctrina de expandirse. Cesad, por lo
tanto, de inquietaros de su oposición que está a la Doctrina al igual
que la sombra al cuadro., y le da un mayor relieve. Cuál mérito tendrían
ellos de ser convencidos con la fuerza? Dios les deja toda
responsabilidad por su testarudez: y esta responsabilidad será más
terrible de lo que pensáis. Jesús dijo: -“Felices aquellos que creen sin
haber visto, por cuanto no dudan de la potencia de Dios”-.
VIII. Creéis vosotros que sea útil evocar a este Espíritu para pedirle alguna explicación?
-“Evocadlo, si queréis; pero es un Espíritu inferior, que os dará solamente respuestas insignificantes”-.
14. Conversación con el Espíritu perturbador de la vía de los Noyers.
I. Evocación.
-“Qué
razón os mueve en llamarme? Queréis vosotros, por lo tanto, que os
apedree? Se vería, entonces, un bonito “sálvese quien pueda”, a pesar de
vuestro aspecto serio”-.
II.
Aún cuando tú nos tiraras piedras, nosotros no nos asustaremos; más
bien nosotros te preguntamos positivamente si tú puedes tirarnos alguna.
-“Aquí quizá no podría; vosotros tenéis un guardián que vigila muy bien sobre vosotros”-.
III.
En la vía de los Noyers se encontraba, quizá, alguno que te ayudaba
para rendirte más fácil los incorrectos lanzamientos que hacías a los
habitantes de la casa?
-“Ciertamente
encontré un buen instrumento, y ningún Espíritu docto, sabio y
escrupuloso que me haya impedido de actuar; por cuanto soy alegre, y me
gusta, alguna vez, divertirme”-.
IV. Cuál fue la persona que te sirvió de instrumento?
-“Una sirvienta”-.
V. Te servía de auxiliar sin saberlo?
-“Sí; pobre muchacha! Estaba más asustada que todos”-.
VI. Actuabas, tú, con un fin hostil?
-“Yo
no tenía ningún objetivo hostil; pero los seres humanos que se adueñan
de todo buscarán de transformar las cosas en su beneficio”-.
VII. Qué quieres decir con esto?
-“Buscaba divertirme; pero vosotros estudiaréis el caso y tendréis un hecho adicional para demostrar que nosotros existimos”-.
VIII.
Tú dices que no tenías un fin hostil, y no obstante esto has roto todos
los vidrios del apartamento (piso); has producido, de esta manera, un
daño real.
-“Son pequeñeces”-.
IX. Dónde te has procurado los objetos que lanzaste?
-“Son bastante comunes; los he encontrado en el corredor y en los jardines cercanos”-.
X. Allí los has encontrados todos, o alguno lo has fabricado? (Ver cap. 12).
-“No he creado ni compuesto nada”-.
XI. Si no los hubieses encontrado, los habría podido fabricar?
-“Habría sido más difícil; pero, rigurosamente hablando, se mezclan las materias y esto hace un todo cualquiera”-.
XII. Nárranos, ahora, como los has lanzado?
-“Oh!
Esto es más difícil explicarlo. Me serví de la naturaleza eléctrica de
esta muchacha uniéndola a mi mano material; hemos, así, podido
transportar estas diversas materias”-.
XIII.
Tú querrás, seguramente, pienso, darnos alguna información sobre tu
persona. Antes de todo, dinos enseguida: hace mucho tiempo que has
desencarnado?
-“Bastante. Unos cincuenta años”-.
XIV. Quién eras tú cuando vivías, en esta dimensión física?
-“No era alguien relevante; trabajaba como recogedor de trapos,
en esta zona; y algunas veces me decían tonterías, porque me gustaba
mucho un licor rojo del buen Noè; esta es la razón por la que quisiera
desalojarlos a todos”-.
XV. Fuiste tú mismo, y de tu plena voluntad, que has respondido a nuestras preguntas?
-“Tenía un instructor”-.
XVI. Quien es este instructor?
-“Vuestro buen rey: Luis”-.
Observación:
Esta última pregunta fue motivada por la naturaleza de algunas
respuestas, que nos parecieron superar el nivel de este Espíritu, tanto
por el fondo de las ideas, como por la forma del lenguaje. Nada hay, por
lo tanto, de sorprendente que él haya sido ayudado por un Espíritu
iluminado, que quería aprovechar de esta ocasión para darnos una
instrucción.
Este
es un hecho ordinario, pero un particular importante en esta
circunstancia es que la influencia del otro Espíritu se hizo sentir
sobre la escritura misma. La de las respuestas en que él intervino es
más regular y más fluida; la del recogedor de
trapos es angulosa, gruesa, irregular, a menudo poco legible y de un
carácter del todo diferente.
XVII. Qué es lo que tú haces ahora? Te ocupas de tu porvenir?
-“No
todavía. Estoy en estado libre. Se piensa tan poco a mí en la tierra,
que nadie ruega por mí; y así, no siendo ayudado por alguien, yo no
trabajo”-.
Observación:
Se verá más tarde, cuanto se pueda contribuir al progreso y a la
elevación de los Espíritus inferiores por medio del pedido y de los
consejos.
XVIII. Cuál fue tu nombre, cuanto vivía en la dimensión física?
-“Juanito”-.
XIX. Ahora bien, Juanito, nosotros pediremos por ti. Nuestro evocación ha sido de tu agrado, o te ha contrariado?
–“Más
bien placer, ya que vosotros sois buenas personas, alegres compañeros,
aunque un poco austeros. Pero no importa, vosotros me habéis oído, y yo
estoy contento”-. (Juanito).
FENÓMENOS DE LOS APORTES
15. Este
fenómeno no difiere de los otros de los cuales hemos hablado, sino por
la intención benévola del espíritu, que es el autor, por la naturaleza
de los objetos, casi siempre graciosos, y por la manera dulce y delicada
con la cual son traídos. Consiste en el aporte espontáneo de objetos,
que no existen en el lugar donde uno se encuentra; con frecuencia se
trata de flores, dulces, joyas, etcétera.
16. Es
preciso decir, antes de todo que este fenómeno es uno de los que
mayormente se prestan a la imitación, y ocurre, por lo tanto, estar muy
en guardia en contra del engaño. Se conoce hasta donde puede alcanzar el
arte de la prestidigitación en lo que se refiere la las experiencias de
este género; pero, también sin tener que vérsela con alguien de la
profesión, se podría fácilmente ser engañados por una acción hábil e
interesada. La mejor de todas las garantías reside, antes de todo, en el
carácter, en la notoria honorabilidad, en el desinterés absoluto de la
persona que obtiene tales efectos; en segundo lugar, en el examen atento
de todas las circunstancias en los cuales los hechos se producen; en
fin, en el iluminado conocimiento del Espiritismo, quien podría
descubrir lo que sea factible de serlo.
17. La
teoría del fenómeno de los aportes, y de las manifestaciones físicas en
general, se encuentra sintetizada de una manera clarificante en la
siguiente disertación, dada por un Espíritu, de quien todas las
comunicaciones tienen un carácter incontestable de profundidad y de
lógica. Se encontrarán muchas otras posteriormente a esta obra. Él se ha
hecho conocer bajo el nombre de Erasto, discípulo de Pablo de Tarso, y
como Espíritu protector del sensitivo que le sirve de intérprete.
-“Para obtener fenómenos de este orden, es necesario tener consigo ciertos sensitivos, es
decir dotados al más alto grado de las facultades espirituales de
expansión y de penetrabilidad; por cuanto el sistema nervioso de estos
sensitivos, fácilmente excitable, le permite, por medio de ciertas
vibraciones, de proyectar, a su alrededor, y con profusión, su fluido
animalizado.
-“Las
naturalezas impresionables, las personas cuyos nervios vibran al máximo
sentimiento y a la más pequeña sensación; aquellos que la influencia
moral o física, interna o externa, rinde sensibles, son sujetos muy
aptos para convertirse en excelentes sensitivos a efectos físicos, de
tangibilidad y de aportes. En efectos, su sistema nervioso, casi
enteramente desprovisto de la envoltura refractaria, que aísla este
sistema cerca de la mayor parte de los otros encarnados, los rinde
idóneos al desarrollo de estos diversos fenómenos. En consecuencia, con
un sujeto de esta naturaleza, de quien las otras facultades no sean en
absoluto hostiles a la facultad espiritual, se obtendrán más fácilmente
los fenómenos de tangibilidad, los golpes dados en las paredes y en los
muebles, los movimientos inteligentes, y también la suspensión en el espacio de la materia inerte más pesante. A fortiori se obtendrán estos resultados si, en vez de un sensitivo, se poseen varios igualmente bien dotados.
-“Pero
de la producción de estos fenómenos a la obtención de los de aportes,
existe una enorme distancia; en este caso, de hecho, no solamente el
trabajo del Espíritu es más complejo, más difícil, sino que aún más, el
Espíritu no puede actuar más que por un solo instrumento sensible, es
decir, que muchos sensitivos no pueden en forma conjunta concurrir a la
producción de dicho fenómeno. Se da también el caso, que la presencia de
personas antipáticas al Espíritu actuante se convierte en un obstáculo
radical para su manifestación. A estos motivos, los cuales, como se ve,
no carecen de importancia, agregad que los aportes requieren siempre una
concentración más grande, y al mismo tiempo una difusión mayor de
ciertos fluidos, y que no pueden ser obtenidos más que con los
sensitivos mejores dotados; Aquellos, en una palabra, cuyo mecanismo
electro sensitivo está mejor condicionado.
-“En
general, los hechos de aportes son y quedarán excesivamente raros. No
tengo necesidad de demostraros porque ellos son y serán menos frecuentes
de los demás hechos de tangibilidad. Lo deduciréis vosotros mismos de
lo expuesto. Por otra parte, estos fenómenos son de una tal naturaleza,
que no solamente no todos los sensitivos son aptos, sino que no todos
los mismos espíritus pueden producir”-.
-“Ocurre,
de hecho, que entre el Espíritu y el sensitivo influenciado existe una
cierta afinidad, una cierta analogía; en una palabra, una cierta
semejanza, que permita a la parte expansible del fluido "periespíritico"
(1) del
encarnado de mezclarse, de unirse, de combinarse con el del Espíritu
que desea realizar el aporte. Esta fusión debe ser tal que la fuerza
resultante se convierta en: una; del mismo modo que una corriente
eléctrica que actúa sobre el carbón produce un fuego y una luz única.
-“Por
qué esta unión, y por qué esta fusión, diréis vosotros? La razón es
que, para la producción de estos fenómenos, conviene que las propiedades
esenciales del Espíritu motor hayan aumentado algo con las del
sensitivo; en efectos, el fluido vital, indispensable a la producción de
todos los fenómenos medianímicos es el dote exclusivo del encarnado, y en consecuencia el Espíritu operador está obligado a saturarse del mismo, absorbiendo una gran cantidad.
-“Solamente
ahora, con la ayuda de ciertas propiedades que se encuentran en vuestro
ambiente, desconocidas por vosotros, él puede aislar, rendir
invisibles, y mover ciertos objetos materiales, e inclusive a los
encarnados mismos.
-“No
me es permitido, de momento, revelaros estas leyes particulares que
rigen los gas y los fluidos que os circundan; pero antes de que haya
transcurrido una cierta cantidad de años, antes de que se haya cumplido
una existencia humana, la explicación de estas leyes y de estos
fenómenos os será revelada, y vosotros veréis surgir y producirse una
nueva variedad de sensitivos que caerán en un estado cataléptico
particular tan pronto sean sensibilizados.
-“Vosotros
veis cuantas dificultades caracterizan la producción de los aportes;
potéis, po lo tanto, concluir de manera lógica que los fenómenos de esta
naturaleza son muy raros, como ya os dije, y con tanta mayor razón los
Espíritus se os prestan muy poco, por cuanto precisa de parte de ellos
un trabajo casi material, lo que para ellos significa un esfuerzo poco
agradable. Por otra parte, sucede, todavía, con mucha frecuencia, que,
pese su energía y su voluntad, el estado del sensitivo mismo le opone
una barrera insuperable.
-“Es por lo tanto evidente que los hechos tangibles de los golpes, de los movimientos y
de las suspensión, son fenómenos sencillos, los cuales sí operan con la
concentración y la dilatación de ciertos fluidos, y que pueden ser
provocados y obtenidos por la voluntad y por el
trabajo de los sensitivos adaptados a los mismos, cuanto estos son
secundados por Espíritus amigos y benévolos. Los hechos de aporte, en
cambio, son múltiples, complejos, exigen un concurso de circunstancias
especiales, y no pueden ser cumplidos que por un solo Espíritu y por un
solo sensitivo, y precisan, necesariamente, además de las necesidades de
la tangibilidad, una combinación toda particular para ailar y rendir
invisible el objeto que forman el sujeto del aporte.
-“Vosotros
todos, estudiantes espíritas, comprendéis mis explicaciones, y os
rendís exactamente cuenta de esta concentración de fluidos especiales,
por la locomoción y la tangibilidad de la materia inerte; vosotros nos
prestáis fe al igual que lo hacéis con los fenómenos de electricidad y
de magnetismo, con los cuales los hechos medianímicos están plenos de
analogías, y son, por así decirlo, la consagración y el desarrollo.
-“En
cuanto a los incrédulos y a los científicos, peores que los incrédulos,
no tengo tiempo para convencerles, no me ocupo de ellos; serán
convencido, oportunamente, por la fuerza de la evidencia, por cuanto se
precisará bien que ellos se inclinen delante del testimonio unánime de
los hechos espirituales, como fueron obligados a hacerlo delante de
tantos hechos que habían de buenas a primeras rechazado.
-“Resumiendo:
si los hechos de tangibilidad son frecuentes, los de aporte son
rarísimos, por cuanto las condiciones en los cuales desenvolverse son
dificilísimas. En consecuencia, ningún sensitivo puede decir: a tal
hora, a tal momento, obtendré un aporte, por cuanto muchas veces el
mismo Espíritu se encuentra imposibilitado en su obra. Debo agregar que
estos fenómenos son doblemente difíciles en público, por cuanto se
encuentran elementos refractarios, que inhiben los esfuerzos del
Espíritu, y en mayor grado la acción del sensitivo. Retened, por el
contrario, como cierto que estos fenómenos se producen casi siempre, en
particular espontáneamente, y más frecuentemente sin conocimiento de los
sensitivos y sin premeditación; y en fin muy raramente cuando éstos se
encuentran prevenidos. Vosotros debéis, por lo tanto, concluir, que
existe un motivo de sospecha legítima cada vez que un sensitivo se alaba
de obtenerlos a voluntad; en otros términos, es decir, de ordenar a los
Espíritus como si fuesen sus servidores, lo que es simplemente absurdo.
Retened todavía como regla general, que los fenómenos espirituales no
son para nada realizados para que sirvan de espectáculo o para divertir a
los curiosos. Si algunos Espíritus se prestan a este género de cosas,
esto no puede ser más que para fenómenos simples y no para aquellos que
exigen condiciones excepcionales, como son los aportes y otros
similares.
Recordad,
estudiantes de la Doctrina, que, así como es absurdo rechazar
sistemáticamente todos los fenómenos de la dimensión espiritual, no es
un acto de sabiduría, por otra parte, aceptarlos todos con los ojos
cerrados”.
-“Cuando
un fenómeno de tangibilidad, de aparición, de visibilidad o de aporte
se manifiesta espontáneamente e instantáneamente, aceptadlo; pero no
aceptad nada ciegamente; y que cada hecho pase por un análisis
minucioso, profundo y severo; por lo tanto, creedlo, el Espiritismo, tan
rico en fenómenos sublimes y grandiosos, nada puede ganar de estas
pequeñas manifestaciones que pueden ser imitadas por hábiles
prestidigitadores.
-“Yo
se bien lo que queréis decirme: es decir, que estos fenómenos son
útiles para convencer a los incrédulos; pero sabed que si no hubieseis
tenido otros medios de convicción, no tendréis hoy la centésima parte de
los estudiantes que tenéis. Hablad a la conciencia, por cuanto es de
este lado que haréis mayores conversiones serias. Si creéis útil, para
ciertas personas, actuar con hechos materiales, presentadlos, por lo
menos, en circunstancias tales que no puedan dar lugar a alguna falsa
interpretación; y sobre todo no salgáis de las condiciones normales de
estos hechos; por cuanto los hechos presentados en inadecuadas
condiciones, proporcionan argumentos a los incrédulos, en vez de
convencerle”-. Erasto.
18. Este
fenómeno ofrece una particularidad muy singular y es que ciertos
sensitivos no los obtienen sino en el estado de sonambulismo; y esto se
explica fácilmente. Hay, en el sonámbulo, un desarrollo natural, una
suerte de aislamiento del Espíritu y del periespíritu, que debe
facilitar la combinación de los fluidos necesarios. Tal es el caso de
los aportes de los cuales fuimos testigos. Las siguientes preguntas
fueron dirigidas al Espíritu que los había producido, pero sus
respuestas resienten de su insuficiencia: nosotros las hemos antepuesto
al Espíritu Erasto, mucho más iluminado desde el punto de vista teórico,
que las ha completado con observaciones muy
juiciosas. El uno es el artesano, el otro el sabio, y la comparación
misma de estas dos inteligencias es un estudio instructivo, ya que se
prueba con eso que no es suficiente ser un Espíritu para comprender
todo.
I.Queréis,
os lo ruego, decirnos por qué los aportes que vos nos hacéis, se
producen solamente en el sueño magnético del sensitivo?
-“Esto
es atinente a la naturaleza del sensitivo; los hechos que produzco
cuando el mío está dormido, podría, igualmente, producirlos en el estado
de vigilia con otro sensitivo”-.
II.Por
qué hacéis esperar tan largamente el aporte de los objetos, y por qué
excitáis el deseo del sensitivo, dinamizando su voluntad de obtener el
objeto prometido?
-“Este
tiempo me es necesario para preparar los fluidos que sirven al aporte;
en cuanto a la excitación, la provoco, normalmente, con el solo fin de
divertir a las personas presentes y a la sonámbula”-.
Observaciones
de Erasto: -El Espíritu que respondió no sabe más que lo que ha
expuesto; él no se rinde cuenta del motivo de esta ansiedad que le
inquieta sin comprender el efecto; cree divertir, mientras que, en
realidad, él provoca una mayor emisión de fluido;
esta es la consecuencia de la dificultad que presenta el fenómeno,
dificultad siempre más grande cuando no es espontáneo, sobre todo con
ciertos sensitivos.
III.La
producción del fenómeno depende de la naturaleza especial del
sensitivo, y, podría producirse con otros sensitivos con mayor facilidad
y prontitud?
-“La
producción depende de la naturaleza del sensitivo, y no puede
producirse más que con naturalezas correspondientes. Respecto a la
prontitud, la costumbre que adoptamos, que se corresponde,
frecuentemente, con el mismo sensitivo, nos es de gran ayuda”-.
IV.La influencia de las personas presentes tiene alguna importancia?
-“Cuando
existe algún grado de incredulidad, de oposición, esto puede darnos
molestarnos mucho; nos agrada más realizar nuestras pruebas con personas
con mentalidad abierta y versadas en el Espiritismo. Pero, con esto no
quiero decir que la mala voluntad sea capaz de bloquear los resultados
completamente”.,
V.Dónde habéis ido a tomar las flores y los dulces que nos habéis traído?
-“Las flores las tomo en los jardines que me gustan”-.
VI.Y los dulces? El comerciante debió haberse dado cuenta de que le faltaban.
-“Yo los tomo donde me place; el comerciante no se da cuenta en absoluto, por cuanto he colocado otros en su lugar”-.
VII.Pero
los anillos tienen un valor; dónde los habéis tomado? No ha, después,
provocado algún daño a la persona de la cual los habéis tomado en
préstamo?
-“Los he tomado en lugares desconocidos a todos, de modo que nadie pudiese ser afectado”-.
Observación
de Erasto. .Estimo que el hecho sea explicado de manera insuficiente en
razón de la capacidad del Espíritu que respondió. Sí, pudo haber
habido, en realidad, un daño real, pero el Espíritu no quiso evidenciar
que era capaz de cometer un fraude. Un objeto no puede ser sustituido,
sino de otro idéntico, de la misma forma e idéntico valor; en
consecuencia, si un espírut tuviese la facultad de sustituir un objeto
símil al que toma, no habría razón alguna para tomarlo, y podría dar
aquel que toma en sustitución del primero.
VIII.Es posible traer flores de otro planeta?
-“No, a mi no me es posible”-.
(A Erasto). Otros Espíritus tendrían este poder?
-“No, esto no es posible, por causa de las diferencia de ambientes”.,
COMENTARIO
EXEGÉTICO GIC: Aunque se trate de algo diferente, creemos oportuno
dejar constancia, aquí, de lo siguiente: Dado que todo ser de cada reino
natural tiene Espíritu, alma y cuerpo, en las especies vegetales, en un
momento dado, podrían venir grupos de Espíritus del reino vegetal para
traer un progreso que haya sido logrado en un mundo más avanzado.
Igualmente, Espíritus del reino vegetal de mundos menos evolucionados,
que la tierra, podrían venir aquí para aprender los progresos que les
son inherentes al planeta. Esto abre perspectivas novedosas dignas de
ser tomadas en cuenta en futuros estudios. Equivaldría a las migraciones
espirituales del reino humano. Lo mismo podría ocurrir en el reino
animal y mineral. Recordemos: La ley es una para los cuatro reinos
naturales. Empero, “el fenómeno de aporte” de un mundo a otro, desde el
punto de vista de la factibilidad no parecería estar fuera del alcance
de la realidad, por cuanto lo único que varía es la distancia; por lo
cual, es un tema que queda abierto para su ulterior estudio.
Son
muy conocidos dos aportes de Elizabeth D´Esperance. El primero,
realizado con la cooperación de su Espíritu guía, de nombre Yolanda, que
se materializaba. Este aporte se produjo el 04 de agosto de 1880, cuyo
resultado fue un gran planta, originaria de la India, que recibe el
nombre de Ixora Crocata, que tenía una flor grande. Esta planta se
mantuvo durante tres meses, antes de secarse. Con fecha 28 de junio de
1890, produjo otro aporte, una planta alta casi dos meses, que recibe el
nombre de Giglio, de color dorado, que permaneció una semana en el
salón de las reuniones, después de lo cual, según el Espíritu guía,
Yolanda, dijo que debía ser restituida al lugar del cual se aportó.
IX.Podríais aportar flores desde otro hemisferio; de los Trópicos, por ejemplo?
-“Desde el momento que es sobre la tierra, puedo hacerlo”-.
X.Podríais regresar los objetos que habéis traído y luego volverlos a traer?
-“De la misma manera en que los he traído, podría, también, regresarlos, si quisiese hacerlo”-.
XI.La producción del fenómeno de aporte, os produce alguna dificultad, o bien, resulta embarazoso?
-“No
produce ninguna dificultad, cuando lo realizamos con permiso; podría
haberla en elevado grado, si quisiéramos producir los efectos sin ser
autorizados”-.
Observación
de Erasto: -No quiere convenir en su esfuerzo, aunque el mismo sea
real, ya que es forzado a realizar una labor, por así decirlo, material.
XII.Cuáles son las dificultades que encontráis?
-“Ninguna otra, además de las malas disposiciones fluídicas, las cuales pueden sernos contrarias”-.
XIII.Cómo traéis el objeto; lo tomáis con las manos?
-“No, lo envolvemos en nosotros mismos”-.
Observaciones
de Erasto: Él no explica claramente lo que realiza, ya que no envuelve
el objeto en su propia personalidad; pero, como su fluido personal es
dilatable, penetrable y expansible, él combina una parte de este fluido
con una parte del fluido animal del sensitivo, por lo cual esconde y
transporta en esta combinación el objeto de aportar. No es, por lo
tanto, correcto decir que él envuelve el objeto en sí.
XIV.Aportaríais con la misma facilidad un objeto de un peso considerable, de 50 kilos, por ejemplo?
-“El peso no es nada para nosotros; nosotros aportamos flores. Porque esto puede ser de mayor agrado que un peso voluminoso”-.
Observaciones
de Erasto: Es justo; él puede transportar 100 o 200 kilos de objetos,
desde el momento que la gravedad que existe para vosotros e nula para
él; pero aquí, todavía, no se da cuenta, exactamente, de lo que sucede.
La masa de los fluidos combinados es proporcional a la masa de los
objetos; en una palabra, la fuerza debe ser en razón de la resistencia;
se deduce que si el Espíritu no transporta más que una flor, o un objeto
ligero, esto sucede con frecuencia porque no encuentra en el sensitivo,
o en sí mismo, los elementos necesarios para un esfuerzo más considerable.
XV.Hay, alguna vez, desapariciones de objetos cuya causa queda ignorada, y que sería obra de los Espíritus?
-“Esto
sucede muy frecuentemente, mucho más de lo que vosotros pensáis, y se
podría remediar rogando al Espíritu de traer el objeto desaparecido”-.
Observaciones
de Erasto: -Esto es verdad; pero muchas veces lo que fue quitado fue
muy bien realizado, por cuanto esos objetos que no se encuentran cerca
de sí, son llevados muy lejos. Todavía, dado que la substracción de los
objetos precisa más o menos las mismas condiciones fluídicas que las de
los aportes, no puede tener lugar sino con la ayuda de sensitivos
dotados de facultades especiales. Es más justo, por lo tanto, creer que
cuando algo desaparece, sea debido, más bien, a vuestra inadvertencia
que no por obra de los Espíritus.
XVI.Hay, quizá, efectos que son retenidos fenómenos naturales, y que, en cambio, son debido a la acción de ciertos Espíritus?
-“Vuestras
jornadas están llenas de este género de hechos, que vosotros no
comprendéis, por cuanto no le prestáis atención, pero que un poco de
reflexión os lo haría percibir claramente”-.
Observación
de Erasto: -No atribuyáis a los Espíritus lo que es obra de la
humanidad; pero creer a su influencia oculta y constante, que hace nacer
a nuestro alrededor miles de circunstancias, miles de incidentes
necesarios a vuestros actos y de vuestra existencia.
XVII.Entre los objetos aportados , no los hay, quizá, de aquellos que pueden ser fabricados por los Espíritus?
–“Por mí no, por cuanto no tengo el permiso para ello; lo podría hacer, únicamente, un Espíritu elevado”-.
XVIII.Cómo habéis introducido estos objetos, el otro día, mientras la habitación se encontraba cerrada?
-“Los hice entrar conmigo, envueltos, por así decir, en mi substancia; decir más no es algo explicable”-.
XIX.Cómo habéis hecho para rendir visibles estos objetos que eran invisibles un instante antes?
-“Quité la materia que los envolvía”-.
Observación
de Erasto: -No es materia propiamente dicha la que los envuelve, sino
un fluido, mezclado por mitad en el peri-espíritu del sensitivo, y por
la otra mitad en el del peri-espíritu del Espíritu que actúa.
XX.(A
Erasto). Puede un objeto ser introducido en un lugar perfectamente
cerrado, en una palabra, el Espíritu puede espiritualizar un objeto
material, de modo que pueda penetrar la materia?
-“Esta
cuestión es compleja. En cuanto se refiere a los objetos aportados, el
Espíritu puede rendirlos invisibles, pero no penetrables; él no puede
romper la agregación de la materia, esto que formaría la destrucción del
objeto. Él puede aportar cuando quiere este objeto convertido en
invisible, y no dejarlo libre sino en el momento conveniente para
hacerlo aparecer. Muy diverso es el procedimiento para los objetos que
nosotros componemos. Desde el momento que nosotros no introducimos más
que los elementos de la materia, y que estos elementos son esencialmente
penetrables (en el mismo modo que penetramos nosotros mismos, y
atravesamos los cuerpos más densos con la misma facilidad, con la cual
los rayos solares atraviesan los vidrios de la ventana), podemos decir,
perfectamente, que nosotros hemos introducido el objeto en un lugar, por
cuanto cerrado él se encuentre. Pero esto sucede. Sólo, en este último
caso”-.
(1)
Se observa que cuando se trata de expresar una idea nueva, para la cual
falta en la lengua el vocablo, los Espíritus saben crear perfectamente
neologismos. Las palabras "electro-medianímico, periespíritico", no son
nuestras. Quienes nos critican por la creación de los vocablos
"espiritistas", "espiritismo" y "periespíritu" que no tenían sus
análogas, podrán hacer el mismo proceso a los Espíritus.