viernes, 24 de agosto de 2012

LABORATORIO DE LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL


EL LIBRO DE LAS FACULTADES
Capítulo XII

LABORATORIO DE LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentaio exegético:
Giuseppe Isgró C.


Hábitos de los Espíritus. Formaciones espontáneas de objetos tangibles. Modificaciones de las propiedades de la materia. Acciones magnéticas curativas.


1.  Nosotros hemos dicho que los Espíritus se presentan vestidos de túnicas, ropajes, o, también, con sus trajes ordinarios. Los ropajes parecen ser de uso general en el mundo de los Espíritus. Pero surge una pregunta natural: Dónde toman, ellos, los trajes similares a los que usaban estando encarnados? Y, dado que ellos no se llevaron consigo tales objetos, por cuanto se encuentran, aún, bajo nuestra mirada, cuál origen tienen, por lo tanto, aquellos que ellos utilizan en la dimensión espiritual? Esta cuestión siempre ha generado un gran interés: pero para muchas personas fue un objeto de simple curiosidad; ella confirmaba, por otra parte, un principio de gran importancia, por cuanto su solución nos ha colocado sobre la vía de una ley general, que encuentra su aplicación también en nuestro mundo corpóreo. Muchos hechos han venido a complicarla y a demostrar la insuficiencia de las teorías que se habían enunciado.
Se podía, hasta cierto punto, darse cuenta del traje, por cuanto se puede considerar como formando parte, de alguna manera, del individuo, no así, de los objetos accesorios, como por ejemplo, la tabaquera del visitante de la señora que precisaba curarse, de quien hemos hablado en el Nº 116. Notemos a este propósito, que no se trataba de alguien desencarnado, sino de un encarnado, y que este señor, cuando regresó en persona, tenía consigo una tabaquera del todo similar. Dónde, por lo tanto, había encontrado su Espíritu la que él usaba, cuando se encontraba al lado de la cama de dicha señora?
Podríamos citar un gran número de casos en los cuales Espíritus desencarnados, o encarnados, han aparecido con diversos objetos, como bastones, armas, pipas, linternas, libros, etcétera.
Nos viene a la mente, entonces, un pensamiento, es decir, que los cuerpos inertes podrían tener sus respectivos análogos etéreos, en la dimensión espiritual; que la materia condensada de la que se forman los objetos pudiese tener una parte en quintaesencia, que escapara a nuestros sentidos. Esta teoría no era exenta de verosimilitud, pero no estaba en grado de explicarnos todos los hechos. Uno, sobretodo, parecía contradecir todas las interpretaciones. Hasta ahora no se trató más que de imágenes o de apariencias; hemos visto bien que el periespíritu, o alma, puede adquirir las propiedades de la materia, y volverse tangible, pero esta tangibilidad es solamente momentánea, y el cuerpo sólido desaparece como una sombra. Este es, ya, un fenómeno muy extraordinario, pero lo que le supera es ver producir la  materia sólida persistente, como lo prueban los numerosos hechos auténticos, y particularmente los de la escritura directa, de la cual hablaremos en un capítulo especial. Todavía, por cuanto este fenómeno se liga íntimamente al sujeto de que tratamos en este momento,  y que no es una de las aplicaciones más positivas, adelantaremos la exposición.
2. La escritura directa, o pneumatografía, se produce espontáneamente, sin la intervención ni de la mano del sensitivo, ni del lápiz. Basta tomar una hoja de papel blanco (con todas las preocupaciones necesarias para asegurarse de que no se pueda ser engañados por algún subterfugio), doblarlo y depositarlo en alguna parte, (en una cajita, o simplemente sobre un mueble), y, si las condiciones son convenientes, dentro de un lapso más o menos largo, se encuentran sobre el papel caracteres trazados, signos diversos, palabras, frases, e inclusive, discursos, escritos, frecuentemente, con una substancia grisácea, análoga al plomo, otras veces con lápiz rojo,  o con tinta ordinaria, o también, con tinta de imprenta. He aquí el hecho en toda su simplicidad, y cuya reproducción, aunque poco común, no es, con todo, de extrema rareza, por cuanto existen personas que la obtienen fácilmente. Aún cuando se quisiera agregar un lápiz al papel, se podría creer que el Espíritu se haya servido de él para escribir; pero desde el momento que el papel está solo, es evidente que la escritura está formada por una materia depositada. Dónde tomó el Espíritu esta materia? Tal es la pregunta a cuya solución nosotros fuimos conducidos por la tabaquera de la cual hemos hablado.
3. El Espíritu de Luís nos ha dado esta solución en las siguientes respuestas:
1) Hemos citado un caso de aparición del Espíritu encarnado de una persona, quien tenía una tabaquera y tomaba polvo. Probaba él la sensación que se tiene cuando se toma polvo en realidad?
-“No”.
2) Esta tabaquera tenía la forma de la que él se servía habitualmente, y que mantenía cerca de sí. Qué era esta tabaquera en las manos de este hombre?
-“Una apariencia; esto ocurrió mientras la circunstancia fuese observada, como de hecho lo fue, y la aparición no fuese tomada por una alucinación producida por el estado de salud de la vidente. El Espíritu quería que esta señora creyese en la realidad de su presencia, y por lo tanto él tomó todas las apariencias de la realidad”.
3)       Habéis dicho que es una apariencia; pero una apariencia no tiene nada de real, es como una ilusión óptica. Quisiéramos saber si esta tabaquera era precisamente una imagen sin realidad o si había algo de material.
“Ciertamente; es con la ayuda de este principio material que el periespíritu toma la apariencia de trajes similares a los que el Espíritu utilizaba estando encarnado”.
Observación: Es preciso entender aquí la palabra apariencia en el sentido de aspecto, de imitación. La tabaquera real no estaba allí; la que tenía el Espíritu no era más que la representación; era por lo tanto una apariencia comparable con la original, no obstante fuese formada por un principio material.
La experiencia nos enseña que no conviene tomar al pié de la letra ciertas expresiones empleadas por los Espíritus; interpretándolas según nuestras ideas, nos exponemos a grandes errores; he aquí porque conviene profundizar el sentido de las palabras, cada vez que él presenta la mínima ambigüedad. Es, ésta, una recomendación que constantemente nos hacen los mismos espíritus. Sin la explicación que nosotros hemos inducido, la palabra apariencia, constantemente reproducida en los casos análogos, podía dar lugar a una falsa interpretación.

4)       La materia inerte, entonces, se desdoblaría? Se encuentra, quizá, en el mundo invisible una materia esencial, que reviste en su manifestación la forma de los objetos que vemos? En una palabra, estos objetos tendrían el duplicado etéreo en la dimensión espiritual, al igual que los humanos quienes están representados por los Espíritus?
5)              –“No es así. El Espíritu tiene sobre los elementos materiales esparcidos por todas partes, en el espacio, en vuestra atmósfera, una potencia que estáis muy lejos de sospechar. Él puede, por su propia voluntad concentrar estos elementos y darles la forma aparente propia a sus proyectos.
Observaciones: Esta cuestión, como se ha visto, era la solución de nuestro pensamiento, es decir, la traducción de la idea que nos habíamos formado sobre la naturaleza de estos objetos. Si las respuestas fuesen, como lo pretenden algunos, el reflejo del pensamiento, habríamos obtenido la conformación de nuestra teoría en vez de una contraria.
1. Pongo, todavía, la cuestión en forma categórica, de manera que se evite todo equívoco. Los trajes con los cuales se cubren los Espíritus, son alguna cosa?
-“Me parece que la respuesta dada precedentemente resuelve la cuestión. No sabéis que el periespíritu, o el alma, es, de por sí, alguna cosa?”
2. Resulta de esta explicación que los Espíritus producen en la materia etérea las transformaciones que desean manifestar, a voluntad, y que así, por ejemplo, por lo que se refiere a la tabaquera, el Espíritu no la encontró hecha, sino que la hizo él mismo en el momento en que la precisaba, por medio de un acto de su voluntad, y que pudo, luego, deshacerla; la misma cosa debe, por lo tanto, ocurrir con todos los demás objetos, como trajes, joyas, etcétera.
-“Evidentemente, así es!”
3. Esta tabaquera fue visible para esta señora a tal punto de parecerle real. El Espíritu habría podido rendirla visible para ella?
-“Habría podido”.
4. Presentándose la ocasión, esta señora habría podido tomarla en sus manos, creyendo de tener una verdadera tabaquera?
-“Sí”.
5. Si la hubiese abierto, habría, probablemente, encontrado tabaco; si hubiese inhalado este tabaco le habría hecho estornudar?
-“Sí”.
6. El Espíritu, por lo tanto, puede darle no sólo la forma sino, también, propiedades especiales?
-“Sí, si lo quiere; es, únicamente, en virtud de este principio que he respondido afirmativamente a las cuestiones precedentes. Vosotros tendréis pruebas de la potente acción ejercitada por el Espíritu sobre la materia, y que, no obstante, estáis muy lejos de comprender, como ya se os dijo”.
7.            Suponemos, entonces, que él hubiese querido hacer una substancia venenosa, y que una persona la hubiese ingerido, se habría envenenado?
-“Hubiera podido, pero no lo habría hecho, por cuanto no le sería permitido hacerlo.”.
8. Tendría el Espíritu el poder de hacer una substancia saludable y apta a efectuar un determinado tipo de curación y, este caso se ha verificado, ya?
-“Si, muy frecuentemente”-
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Este fenómeno podría efectuarse, por lo menos, de dos maneras diferentes. La primera: Mediante un aporte de la substancia desde el lugar en que se encuentre hasta aquel en que está ubicada la persona en cuestión. Para que se efectúe el aporte debe haber en el ambiente una persona que disponga de la facultad respectiva. Dado que toda persona tiene todas las facultades espirituales inherentes al ser humano, aunque se encuentre en estado rudimentario de desarrollo, ella está allí, latente, y bajo la dirección espiritual adecuada, y oportuna, el fenómeno es factible de ser realizado. La segunda modalidad, es la de la creación de la substancia, si el Espíritu tiene la maestría suficiente para hacerlo. Dado que toda manifestación de la materia, empieza con la vibración el Espíritu elemental del elemento mineral, -o elementos minerales-, que se precise, el Espíritu podría ordenar a un conjunto de espíritus elementales adecuados al caso en particular, que manifiesten la substancia precisada. A tales efectos vibrarían en la forma propicia, y harían tangible la substancia, ya que toda materia es la condensación de la energía de acuerdo al estado vibratorio el Espíritu elemental del mineral de que se trate, en un caso particular. Por ejemplo: El elemento hierro vibra en una frecuencia determinada, y materializa el hierro, y así sucesivamente con todos los elementos. Este proceso es el que se utiliza en la formación de cada mundo, en el momento de su gestación, de acuerdo con un plan y la dirección de los maestros de la creación. Empero, es un proceso de creación perenne.
9. El Espíritu podría, entonces, hacer también una substancia alimenticia; supongamos, por ejemplo, un fruto, una bebida cualquiera, y ser ingerida por una persona y ésta quedar satisfecha?
-“Sí, sí; pero no busquéis tanto para encontrar esto que es tan fácil de comprender. Basta un rayo de sol, para rendir perceptibles a vuestros ojos aquellas partículas materiales que saturan el espacio en medio al cual vivís; no sabéis que el aire contiene el vapor de agua? Condensadles, y los conduciréis al estado normal Privadlos del calor, y he aquí que estas moléculas impalpables e invisibles  se convertirán en un cuerpo sólido, solidísimo. Existen otras diferentes substancias de las cuales los químicos extraerán maravillas todavía más sorprendentes. El Espíritu posee, únicamente, instrumentos más perfectos de los vuestros: la voluntad es el permiso de Dios”.
Observación: La cuestión de saciedad es aquí muy importante. Como puede, una substancia, que tiene, únicamente, existencia y propiedad temporales y en cierta manera de convención, puede producir saciedad? Esta substancia, por medio de su contacto con el estomago, produce la sensación de la saciedad, pero no la saciedad que resulta de la plenitud. Si una tal substancia puede actuar sobre la economía y modificar un estado morboso, ella puede, también, actuar sobre el estomago y producir la sensación de la saciedad.
10.         Los objetos rendidos tangibles por la voluntad del Espíritu, podrían tener un carácter de permanencia y de estabilidad, y convertirse de uso normal?
-“Esto se podría, pero no se hace; es algo fuera de la ley”.
11.         Los Espíritus tienen todos en el mismo grado el poder de producir estos objetos tangibles?
-“Es cosa cierta que tanto más el Espíritu es elevado, tanto más fácilmente él los obtiene; pero esto depende, todavía, de las circunstancias. También los Espíritus inferiores pueden tener este poder”.
12.         El Espíritu se rinde siempre cuenta del modo en el cual produce tanto sus indumentarias como los objetos de los cuales ofrece la apariencia?
.”No, con frecuencia concurre a su formación con un acto instintivo, que no comprende él mismo, si no es bastante iluminado para esto”.
13.         Si el Espíritu puede tomar del elemento universal los materiales para hacer cada cosa, y darle una temporánea realidad con sus propiedades, puede, también, tomar lo que es necesario para escribir, y por lo tanto esto nos conduce a pensar que pueda dar la clave del fenómeno de la escritura directa?
-“Finalmente, hemos llegado a donde queríais”.
Observación: De hecho, es a este punto que nosotros queríamos llegar, con todas nuestras cuestiones preliminares; la respuesta prueba que el Espíritu había leído en nuestro pensamiento.
14.         Si la materia de la cual se sirve el Espíritu no tiene persistencia, cómo es posible que los trazos de la escritura directa no desaparecen?
-“No sofistiquéis sobre el significado de las palabras; hasta ahora no se ha pronunciado la palabra jamás; era cuestión de un objeto material voluminoso; aquí son signos trazados que es útil conservar y que son conservados. Se ha querido decir que los objetos compuestos de esta manera por el Espíritu, no podrían convertirse en objetos usuales, por cuanto, en realidad, no hay agregación de la materia, al igual que en vuestros cuerpos sólidos”.
4. La teoría hasta ahora expuesta puede resumirse de esta manera: El Espíritu actúa sobre la materia; él toma en la materia cósmica los elementos necesarios para formar a su voluntad objetos que tienen la apariencia de diversos cuerpos que existen sobre la tierra. Él puede, igualmente, producir sobre la materia elemental, con su voluntad, una transformación íntima que le da determinadas propiedades. Esta facultad es inherente ala naturaleza del Espíritu, que la ejercita frecuentemente como un acto instintivo cuando esto es necesario, y sin darse cuenta. Los objetos formados por el Espíritu tienen una existencia temporal, subordinada a su voluntad o a la necesidad; él puede hacerlos y deshacerlos a su voluntad. Estos objetos pueden, en ciertos casos, tener, a los ojos de las personas, todas las apariencias  de la realidad, es decir, volverse, momentáneamente, visibles y, también, tangibles. Hay formación, pero no creación, por cuanto el Espíritu no puede formar nada de la nada.
5. La existencia de una materia elemental única es casi generalmente admitida hoy en día por la ciencia, es confirmada, como se ha visto, por los Espíritus. Esta materia da origen a todos los cuerpos de la naturaleza; por medio de las transformaciones que ella asume produce, también, las diversas propiedades de estos mismos cuerpos; es así que una substancia saludable puede convertirse en venenosa con una simple modificación. La química nos ofrece numerosos ejemplos. Todos saben que dos substancias inocuas combinadas en ciertas proporciones pueden producir una que sea nociva. Una parte de oxigeno y dos de hidrógeno, las dos inofensivas, forman el agua; agregadle un átomo de oxigeno, y tendréis un líquido corrosivo.
Sin cambiar las proporciones, basta, frecuentemente, un simple cambio en el modo de la agregación molecular para cambiar las propiedades. En tal manera, un cuerpo opaco puede convertirse en trasparente y viceversa. Por cuanto el Espíritu tiene, por su sola voluntad, una acción de tal manera potente sobre la materia elemental, se concibe  que él pueda no solamente formar determinadas substancias, sino desnaturalizar sus propiedades, haciendo, también, por la voluntad, el efecto de un reactivo.
6. Esta teoría nos da la solución de un hecho muy conocido en magnetismo, pero inexplicado todavía, es decir, aquel del cambio de las propiedades del agua por la fuerza de la voluntad. El Espíritu agente es el del magnetizador, asistido, usualmente, por un Espíritu extraño; él actúa una transmutación con la ayuda del fluido magnético, el cual, como se dijo, es la substancia que más se le acerca a la materia cósmica, o elemento universal. Si él puede producir una modificación en la propiedad del agua, puede, igualmente,  hacerlo con un fenómeno análogo sobre los fluidos del organismo, y de ahí nace el efecto curativo de la acción magnética convenientemente dirigida.
Se conoce la parte esencial que representa la voluntad en todos los fenómenos del magnetismo; pero, cómo explicar la acción material de un agente tan sutil?  La voluntad no es un ser, una substancia cualquiera, y tampoco es una propiedad de la materia más etérea; la voluntad es el atributo esencial del Espíritu, es decir, del ser pensante, con la ayuda de esta palanca él actúa sobre la materia elemental, y, por una acción consecutiva, él reacciona sobre sus componentes, cuyas propiedades íntimas pueden, de esta manera, ser transformadas.
La voluntad es el atributo del Espíritu, tanto encarnado como desencarnado; de ahí proviene la voluntad del magnetizador, potencia que se conoce que es proporcional a la fuerza de voluntad. El Espíritu encarnado, pudiendo actuar sobre la materia elemental, puede, por lo tanto, igualmente variar las propiedades dentro de ciertos límites. Así se explica la facultad de curar por medio del contacto y de la imposición de las manos, facultad que algún individuo posee en grado más o menos elevado. (Ver el capítulo de los Sensitivos, el artículo relativo a los Sensitivos curativos. Ver también la Revue Spirite, julio de 1959, pag. 184 y 189: "El zuavo de Margenta; un oficial del ejército en Italia").

lunes, 13 de agosto de 2012

BICORPOREIDAD Y TRANSFIGURACIÓN



El primer libro de la historia sobre las facultades espirituales, que todos deberían leer para conocer el propio potencial humano.

BICORPOREIDAD Y TRANSFIGURACIÓN
Capítulo XI, de EL LIBRO DE LAS FACULTADES
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentarios exegéticos: Giuseppe Isgró C.

Apariciones del Espíritu de los vivientes. Personas dobles. Alfonso de Ligorio y Antonio de Padua.    Vespasiano. Transfiguración. Invisibilidad.

1. Estos dos fenómenos, el de bicorporeidad y la transfiguración, son una variedad de las manifestaciones visuales, y por maravillosos que puedan parecer, en primera instancia, se reconocerá, fácilmente, de la explicación que aporta, de que no salen del orden natural.          
Ambos se basan sobre el siguiente principio: Todo cuanto fue dicho sobre el periespíritu, -o alma-, después de la desencarnación, se aplica al de los seres encarnados. Nosotros sabemos que durante el sueño el Espíritu vuelve a adquirir, en parte, su libertad, es decir, que él se separa del cuerpo, y es en este estado que nosotros hemos tenido, muchas veces, la ocasión de observarlo. Pero el Espíritu, tanto en el estado de encarnado como en el de desencarnado, tiene siempre la envoltura semi-material, la cual, por las mismas causas que nosotros hemos descrito, puede adquirir la visibilidad y la tangibilidad. Algunos hechos muy positivos no pueden dejar duda alguna sobre este punto; citaremos, únicamente, algún ejemplo conocido por nosotros, y del cual podemos garantizar la exactitud, estando, cada quien, en la facultad de de referir otros de análoga naturaleza por experiencia propia.
2. La esposa de uno de nuestros amigos vio, varias veces, durante la noche, entrar en su dormitorio, tanto que éste estuviese iluminado, como a oscuras, a una vendedora de fruta de los alrededores, que ella conocía de vista, pero con quien jamás había hablado. Esta aparición le provocó gran temor, tanto más que, en aquella época, ella no conocía, aún, la Doctrina Espirita, y este fenómeno se renovó con gran frecuencia. La referida vendedora de fruta estaba encarnada, y, probablemente, en aquel momento, dormía. Mientras su cuerpo material se encontraba en su casa, su Espíritu, y su cuerpo fluídico, se encontraban en la casa de esta señora. El motivo de estas visitas no se conoce. En casos similares, un estudiante experimentado se lo habría preguntado, pero a ella no se le ocurrió. En cada ocasión la aparición se eclipsaba sin que la señora supiese el como y cada vez, después de su desaparición, ella quiso asegurarse de que todas las puertas se encontraban perfectamente cerradas, y de que nadie hubiese podido introducirse en su apartamento. Esta precaución le demostró que ella se encontraba completamente despierta, y de que no se trataba del efecto de un sueño.
Otras veces, ella vio, de la misma manera, un hombre que no conocía; un día, posteriormente, vio a su hermano, que se encontraba, entonces, en California, quien tenía en tal grado la apariencia de una persona viva, que ella, en el primer instante, creyó que había regresado y quiso dirigirle la palabra, pero él desapareció sin darle tiempo para hacerlo. Una carta recibida posteriormente le demostró que aún se encontraba encarnado. Esta señora era una sensitiva vidente natural, pero para esa época ella jamás había oído hablar de este tipo de facultades espirituales.
3. Otra señora que vive en una provincia, encontrándose en estado poco saludable, una noche, alrededor de las diez, vio un hombre de edad avanzada que vivía en la misma ciudad, que algunas veces encontraba en las reuniones sociales, pero sin haber establecido estrechos vínculos de amistad. Este hombre, sentado en una butaca a los pies de su cama, con algo que sostenía en las manos, tenía las apariencias de cuidarla. Sorprendida ella de una tal visita a esa hora, ella quiso preguntarle el motivo, pero aquel hombre le indicó de no hablar, y, en vez de lo cual, dormir. Varias veces ellas quiso dirigirle la palabra, y cada vez le repetía la misma recomendación. Finalmente, ella terminó por dormirse. Después de algunos días, habiéndose restablecido, ella recibió la visita de aquel mismo hombre, pero a una hora más conveniente, y esta vez era propiamente él, en persona, con el mismo traje, el mismo utensilio en las manos, y exactamente los mismos modales. Persuadida de que él la hubiese, en verdad, visitado durante el proceso de su recuperación, le dio las gracias por el interés que había tenido. El hombre, sorprendido, le respondió que durante mucho tiempo él no había tenido el placer de verla. La señora, que conocía los fenómenos espirituales, comprendió, entonces, lo que había ocurrido; pero no queriendo entrar con él en explicaciones, se conformó con decirle que, probablemente, había soñado. Y, precisamente, eso es lo más probable, dirán los incrédulos; pero queda, siempre, una cosa aceptada, y es la de que esta señora no dormía en absoluto, al igual que no lo hacía la otra, mencionada con anterioridad. Entonces ella soñaba despierta; en otros términos, tenía una alucinación.  Es esta la gran palabra, la explicación universal de todo lo que no se comprende. Habiendo nosotros dado una amplia respuesta a esta objeción, seguimos adelante.
4. He aquí, otro hecho más característico, y nosotros veríamos con agrado la manera de cómo se pudiese explicar por el sólo juego de la imaginación.
Un hombre que habitaba en la provincia, nunca había querido contraer matrimonio, pese a las insistencias de la familia. Esta había insistido, de manera particular, para que se casase con una joven que vivía en una ciudad vecina, y que él no había visto nunca antes. Un día, estando en su dormitorio, se sorprendió de verse en presencia de una joven, vestida de blanco, con la cabeza ornamentada con una corona de flores. Ella le dijo que era su novia, le tendió la mano, que él tomo en la suya, y en la cual vio un anillo. En pocos instantes, todo desapareció. Sorprendido por esta aparición, y habiéndose asegurado de estar bien despierto, se informó si alguien había ido durante el día; la respuesta fue que nadie lo había hecho. Un año después, cediendo a nuevas solicitudes de un pariente él se decidió de ir a conocer a la joven que se le había propuesto por esposa. Llegó en un día de fiesta; y era el momento en que se regresaba a casa, y una de las primeras personas que vio entrando en la casa fue una joven, la que se le había aparecido; estaba vestida de la misma manera y, además, el día de la aparición, era exactamente el mismo, pero un año antes. Él quedó impresionado, y por su parte la joven lanzó un grito y se desmayó. Vuelta en sí, dijo que ya había visto a aquel hombre en el mismo día del año precedente. El matrimonio se llevó a cabo. Esto ocurría en el año 1835; en tal época no se hablaba, aún, de Espíritus, y por otra parte ambos protagonistas son personas muy positivas y de prudente imaginación.
Se dirá, quizá, que tanto el uno como la otra tenían el Espíritu imbuido de la idea de la unión propuesta, y que esta preocupación determinó una alucinación; pero es preciso no olvidar que el hombre era tan indiferente que estuvo un año sin ir a ver a su futura esposa. Y aún cuando se quisiese admitir esta hipótesis, quedaría por explicar la doble aparición, la coincidencia del vestido con el día de exacto a distancia de un año, y, en fin, el reconocimiento físico entre personas que no se habían visto jamás, circunstancias, estas, que no pueden ser producto de la imaginación.
5. Antes de seguir adelante, debemos responder inmediatamente a una pregunta que alguno no faltará en hacernos, la cual es: Cómo puede vivir el cuerpo mientras el Espíritu está ausente? Podríamos responder que el cuerpo puede vivir de vida orgánica, la cual es independiente de la presencia del Espíritu, y la prueba está en que las plantas viven y no tienen Espíritu; pero debemos agregar que durante la vida, el Espíritu no está jamás completamente separado del cuerpo. Los Espíritus, de la misma manera que ciertos sensitivos videntes, reconocen el Espíritu de una persona encarnada gracias a un cordón luminoso que mantiene unido el Espíritu con el cuerpo, fenómeno que no ocurre jamás cuando el Espíritu ha desencarnado, por cuanto, entonces, la separación es completa. Es por esta comunicación que el Espíritu es advertido al instante, a cualquier distancia en que él se encuentre, de la necesidad que el cuerpo pueda tener de su presencia, y entonces, él regresa con la celeridad del relámpago. De esto resulta que el cuerpo siempre mantiene la vida durante la ausencia del Espíritu y que no puede ocurrir nunca que este último, a su regreso, “encuentre la puerta cerrada”, como lo han escrito algunos novelistas en relatos de fantasía. (El Libro de los Espíritus, Nº 400 y siguientes).
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: El maestro Kardec aporta, en este parágrafo, dos ideas, la primera aseverando que, con la ausencia del Espíritu, por desdoblamiento, el cuerpo podría vivir la vida orgánica, y esboza la idea, que resulta de un criterio imperante en la época, de que la vida orgánica es independiente de la presencia del Espíritu, y dice: -“Y la prueba está en que las plantas viven y no tienen Espíritu”.
Los estudios realizados a partir de la época en que vivió el maestro Kardec, demuestran que, si efectivamente el Espíritu estuviese separado totalmente, y en forma definitiva, del cuerpo, esa vida orgánica cesaría en forma inmediata. Siendo una sola la ley que rige todo en la naturaleza, sustentada por principios universales inmutables, también las plantas, al separarse su Espíritu en forma definitiva del cuerpo físico, según la especie de la que se trate, terminaría su ciclo de vida, dado que el Espíritu es la vida que anima todo. Estos mismos estudios a que aludimos, nos señalan que todos los seres, en los cuatro reinos naturales, el humano, el animal, el vegetal y el mineral, poseen Espíritu, alma, -o periesíiritu-, y cuerpo. La solución la aporta el mismo maestro Kardec, cuando afirma, acto seguido: -“Pero debemos agregar que durante la vida, el Espíritu no está jamás completamente separado del cuerpo. Los Espíritus, de la misma manera que ciertos sensitivos videntes, reconocen el Espíritu de una persona encarnada gracias a un cordón luminoso que mantiene unido el Espíritu con el cuerpo, fenómeno que no ocurre jamás cuando el Espíritu ha desencarnado, por cuanto, entonces, la separación es completa”. En esta amplia percepción, Kardec sugiere la clave esencial: El Espíritu, pese a estar separado del cuerpo, algunas veces estando a grandes distancias, no obstante se mantiene unido al cuerpo mediante el “hilo de plata”, alma, o peri-espíritu, que es una especie de cordón fluídico elástico, lo cual le permite desplazarse a muy lejanas distancias, en fracciones de segundo, manteniéndose, no obstante, unido a su cuerpo. Mientras el Espíritu permanezca unido al cuerpo, aunque se proyecte espiritualmente, por medio de la elasticidad del alma, a pequeñas o a grandes distancias, algunas veces interplanetarias, siempre mantendrá la vida del cuerpo, en cualquiera de los cuatro reinos en que esto ocurra. Por otra parte, la vida que mantiene el cuerpo, cuando el Espíritu se desdobla, es la misma que sustenta durante el sueño, momentos en que el Espíritu, con el adormecimiento de los sentidos físicos y por la elasticidad del alma, o periespíritu, se emancipa del cuerpo, sin separarse dél, es decir, permaneciendo unido mediante el cordón fluídico, y se proyecta a cualquier lugar donde su interés espiritual le conduzca. Ese proceso de proyección espiritual, se efectúa, durante el día, casi sin percatarse la persona, en incontables números veces, durante esas pequeñas abstracciones mentales que con naturalidad realiza, evadiendo su conciencia del lugar en que se encuentra. Si alguien le hablara, durante esas brevísimas evasiones mentales, la persona no escucharía lo que se le dijese. Esa es la razón por la cual, muchas personas, suelen decir: -“Disculpa, qué me dijiste, estaba muy lejos de aquí”-. Este tipo de conducta normal de la vida diaria, nos aporta una clave esencial para comprender mejor estos fenómenos de la bicorporeidad, o desdoblamiento de la personalidad.
6. Terminemos ahora nuestro argumento. El Espíritu de una persona viviente, aislado del cuerpo, puede aparecer como el de un Espíritu desencarnado, y tener todas las apariencias de la realidad; por otra parte, por motivos ya explicados, él puede adquirir una tangibilidad momentánea. Este fenómeno, designado bajo el nombre de bicorporeidad, dio lugar a las historias de los seres humanos dobles, es decir, de individuos cuya presencia simultánea fue constatada en dos lugares diferentes.
He aquí dos ejemplos: El primero: Alfonso de Ligorio, fue visto, simultáneamente, en dos lugares diferentes.
Antonio de Padua: Se encontraba en España, y en el momento en que él daba un discurso, su padre, en la ciudad de Padua, iba al suplicio acusado de un delito grave. En ese instante, aparece Antonio, quien demostró la inocencia de su padre, e hizo conocer al verdadero culpable, que asumió, más tarde, la respectiva sanción. Fue constatado que en ese momento Antonio de Padua no había abandonado España.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Se tiene conocimiento de que, mientras duró el desdoblamiento de Antonio de Padua, lapso en que apareció en Padua, para demostrar la inocencia de su padre, en España, donde estaba dando su discurso, se quedó abstraído, -como ausente-, en estado de éxtasis, durante una hora. Al volver al estado de conciencia objetiva, explicó lo que había ocurrido, con la defensa de su padre, hecho que fue comprobado en los días siguientes, así como de que, en ese día y hora, él no había salido de España.
 Alfonso de Ligorio, evocado e interrogado por nosotros, sobre este hecho, dio esta respuesta:
1. -Podríais vos darnos la explicación de este fenómeno?
-“Sí; el ser humano, cuando por sus virtudes se ha completamente liberado de la influencia de la materia y ha elevado su Espíritu hacia Dios, puede aparecer en dos lugares al mismo tiempo, y he aquí como:
-“El Espíritu encarnado, sintiéndose próximo a quedarse dormido, puede pedir a Dios de trasladarse a un lugar cualquiera. Su Espíritu, o personalidad del alma, como queréis llamarle, abandona, entonces, el cuerpo, seguido de una parte del periespíritu y deja la materia en estado de sueño. En dicho estado de sueño, quedó en el cuerpo un ligamen que tiene unidos el periespíritu y el Espíritu a la materia, y este ligamen no puede ser definido. El cuerpo aparece, por lo tanto, en el lugar solicitado. No creo que sea necesario decir más”.
2. Esto no nos da la explicación de la visibilidad  y de la tangibilidad del periespíritu.
-“El Espíritu, encontrándose suelto de la materia según su grado de elevación, puede rendirse tangible a la materia”.
3. Es indispensable el sueño del cuerpo para que el Espíritu aparezca en otros lugares?
-“El Espíritu se proyecta y se siente llevado a un lugar diferente del que se encuentra el cuerpo. Puede suceder que el cuerpo no duerma, aún cuando esto sea rarísimo, pero entonces el cuerpo no se encuentra nunca en un estado perfectamente normal; está siempre en un estado más o menos extático”.
Observación: El Espíritu no se divide en el sentido literal de la palabra; puede manifestarse en muchos puntos sin dividirse; lo mismo ocurre con una luz que se irradia sin dividirse, y con una luz que puede simultáneamente reflejarse en muchos espejos.
 COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: La observación anterior es realizada por el maestro Kardec, por cuanto en la respuesta número tres, Alfonso de Ligorio expresa que el Espíritu “puede dividirse”, expresión que hemos traducido por “se proyecta”, que es más adecuada, aún cuando, también, podía haberse dicho: “se separa”. Lo cierto del caso es que, la enorme velocidad con que se proyecta, y traslada un Espíritu de un lugar a otro, es la del pensamiento, es decir, casi instantáneamente el Espíritu está en el lugar en que piensa, y tan rápido como piense en el lugar, o persona que se encuentre en determinado sitio. Empero, jamás puede estar simultáneamente en dos o más lugares al mismo tiempo. Pero, dado que viaja a la velocidad del pensamiento, como fue dicho, en una fracción de segundos, puede ir desplazándose en una multitud de lugares, sucesivamente, uno tras otro, o de uno a otro, y así compenetrarse de lo que ocurre en diversos lugares virtualmente al mismo tiempo. La diferencia de tiempo de estar en un lugar a otro es el que se tarde en pensar en uno u otro sitio. Pero, para tener la precisión en sentido estricto de lo que ocurre, el desplazamiento se efectúa en forma sucesiva, de un lugar a otro, con infinitesimales diferencias de tiempo.
4. Qué le ocurriría a una persona que fuese de manera imprevista despertada, mientras se encuentra inmersa en el sueño, y su Espíritu aparece en otra parte?
-“Esto no podría ocurrir, ya que si alguien tuviese la intención de despertarle, el Espíritu regresaría al cuerpo y prevería la intención de despertarla, por cuanto el Espíritu lee el pensamiento”-.
Una explicación del todo idéntica nos fue dada muchas veces por el Espíritu de seres encarnados o desencarnados. Alfonso explica el hecho de la doble presencia, pero no nos da la teoría de la visibilidad y de la tangibilidad.
7. Tácito refiere un hecho análogo:
Durante el mes que Vespasiano transcurrió en Alejandría para esperar el regreso periódico de los vientos del verano y la estación en la cual el viento se convierte en más seguro, ocurrieron muchos prodigios, por medio de los cuales se manifestó el favor del cielo, y el interés que del mundo espiritual pareciera tomarse por este gobernante…. Estos prodigios multiplicaron doblemente en Vespasiano el deseo de visitar el lugar del oráculo, para consultarle sobre las cuestiones del imperio. El ordena que el lugar se cierre para todos; entrado él mismo, y todo inmerso en la expectativa de lo que el oráculo habría pronunciado, vio, detrás de ello, uno de los jefes egipcios, llamado Basilide, que él sabía que se encontraba recuperando la salud en un lugar muy lejano de Alejandría. Se informa con los funcionarios del lugar si Basilide vino aquel día al oráculo, e igualmente lo hace con la gente que pasaba si alguien le había visto en la ciudad. En fin, envía hombres a caballo y obtiene la información de que Basilide, en aquel momento, se encuentra a ochenta millas de distancia. Entonces él no dudó más de que la visión no fuese sobrenatural, y tuvo el nombre de Basilide como oráculo. (Tácito, Historias, Libro IV, Cap. 81 y 82).
8. El individuo que se muestra simultáneamente en dos lugares diferentes tiene por lo tanto dos cuerpos; pero de estos dos cuerpos uno sólo es real, el otro no es más que apariencia; se puede decir que el primero tiene vida orgánica, y el segundo la del Espíritu. Al despertarse, los dos cuerpos se reúnen, y la vida del Espíritu vuelve a entrar en el cuerpo material. (Como expresión de vida inteligente). No parece posible, por lo menos nosotros no tenemos ejemplo alguno, y la razón así lo demuestra, que en el estado de separación, los dos cuerpos puedan, simultáneamente, gozar, y en el mismo grado, de la vida activa e inteligente. Resulta, por otra parte, de lo que hemos dicha ahora, que el cuerpo real no podría pasar por el proceso de la desencarnación mientras el cuerpo aparente quedase visible: al acercarse el instante de la desencarnación atraería el Espíritu al cuerpo, aunque no fuese más que por un momento.
Resulta, igualmente, que el cuerpo aparente no podría ser destruido, ya que no es orgánico y no está formado de carne y huesos; él desaparecería en el momento  en el cual se le quisiera destruir. (1)
9. Pasemos al segundo fenómeno, aquel de la transfiguración. Ella consiste en el cambio de aspecto de un cuerpo viviente. He aquí, a este respecto, un hecho del cual nosotros podemos garantizar la perfecta autenticidad, y que ocurre en los años 1858 y 1859 en las cercanías de Saint-Etienne.
Una joven de unos quince años gozaba de la singular facultad de transfigurarse, es decir, de tomar en determinados momentos todas las apariencias de algunas personas desencarnadas. La ilusión era talmente completa, que se creía de tener la persona de sí, tanto eran similares los rasgos físicos, la mirada, el sonido de la voz, y hasta el dialecto. Este fenómeno se ha efectuado centenares de veces, sin que la voluntad de la joven tuviese nada que ver. Ella tomó, muchas veces, la apariencia de su hermano desencarnado algunos años antes; tenía, además de la figura, la estatura y el volumen del cuerpo, Un médico del pueblo, testigo, muchas veces, de  estos efectos singulares, queriendo asegurarse de no ser objeto de una ilusión, realizó a cabo la experiencia siguiente, según él mismo nos la refirió, además del padre de la joven y otros testigos, todos dignos de fe. Él tuvo la idea de pesar a la joven en su estado normal, después en aquel de la transfiguración, aún cuando ella tenía la apariencia de su hermano de veinte o más años, y que era mucho más grande u fuerte. Pues bien, encontró que, en este último dato, el peso era casi el doble. La experiencia era concluyente, y era imposible atribuir esta apariencia a una simple ilusión óptica.
Tratemos de explicar este hecho, que una vez habría sido considerado como un prodigio, y que nosotros denominamos, simplemente, fenómeno.
10.   La transfiguración, en ciertos casos, puede tener por causa una simple contracción muscular, que puede darle a la fisonomía una expresión totalmente diversa, al punto de rendir la persona casi irreconocible. Nosotros la hemos observado con frecuencia en ciertos sonámbulos, pero en este caso la transformación no es radical; una mujer podrá parecer joven o de edad madura, bella o fea, pero será siempre una mujer, y sobre todo su peso no aumentará ni disminuirá. En el caso del cual se trata, es bien cierto que hay algo más; es la teoría del periespíritu que nos ubicará sobre la vía.
Está admitido, en principio, que el Espíritu puede dar a su periespíritu todas las apariencias; que por una modificación en la disposición molecular, puede dar la visibilidad, la tangibilidad y, en consecuencia, la “opacidad”; que el periespíritu de una persona viva, aislado del cuerpo, puede tener las mismas transformaciones; que este cambio de estado se efectúa por la combinación de los fluidos. Imaginemos, ahora, el periespíritu de una persona viva, que no esté aislado, sino radiante alrededor del cuerpo de manera de envolverlo casi como un vapor. En este estado, él puede tener las mismas modificaciones que pudiese asumir estando separado; si él pierde su trasparencia, el cuerpo puede desaparecer, volverse invisible y ser ocultado como si fuese inmerso en la niebla.
Él podrá, también, cambiar aspecto y volverse brillante si tal es la voluntad y el poder del Espíritu. Otro Espíritu, combinando el propio fluido con el primero, puede sustituir la propia apariencia, y en tal manera, que el cuerpo real desaparece bajo una envoltura  fluídica exterior, cuya apariencia puede variar a voluntad del Espíritu. Tal parece ser la causa verdadera del fenómeno extraño y raro, conviene decirlo, de la transfiguración. En cuanto a la diferencia de peso, ella se explica de la misma manera que en los cuerpos inertes. El peso intrínseco del cuerpo no ha variado, por cuanto la cantidad de materia no ha aumentado; él experimenta la influencia de un agente exterior, que puede aumentar o disminuir el peso relativo, como lo hemos explicado con antelación, en el número 78 y siguientes. Es probable, por lo tanto, que,  si la transfiguración ocurriese bajo el aspecto de un niño, el peso disminuiría proporcionalmente.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Conocemos un caso ocurrido en Andalucía, en la cuidad de Lucena, en el cual una persona que recibió la visita de diversos estudiantes de la doctrina espírita, una señora, en la primera visita, al hablar se le notaba en el tono de la voz una exaltación en la que visiblemente se percibía el influjo de la inspiración espiritual. En la siguiente visita, la dama, acompañada de su tío, al hablar volvió su voz a adquirir el mismo influjo de la visita anterior, solo que en esta oportunidad, sus rasgos se transfiguraron adquiriendo la fisonomía de Amalia Domingo Soler, durante algunos instantes lo suficientemente largos para apreciar que era algo definido y nítido que no cabía duda alguna. El influjo de la voz perduró un mayor tiempo, aún. Esta dama, a quien el observador de la transfiguración pudo oír en cierto número de exposiciones, cada vez que actuaba en público, su voz adquiría el mismo influjo de inspiración. Cuando el observante del fenómeno le comentó la transfiguración observada, la dama le comentó que un cierto número de personas le habían mencionado exactamente lo mismo, en diversas ocasiones.
Evidentemente, en este caso de transfiguración se realiza una materialización del Espíritu cuya imagen se hace visible. El Espíritu, tomando fluido de la persona cuyos rasgos transfigura, materializa su propia imagen que sobrepone a los rasgos de la persona. Pero, la transfiguración en sí, va acompañada, además de una semi-posesión espiritual, razón por la cual, la persona objeto del fenómeno, adopta la actitud del Espíritu transfigurador, además de los rasgos físicos, idiosincrasia, modismos, tonos de voz, y sobre todo, contenidos mentales, en conocimientos, que les son propios, o característicos, por inspiración.
11.   Se comprende que el cuerpo pueda asumir otra apariencia más grande y de la misma dimensión; pero como podría tomar una más pequeña, como la de un niño? En este caso el cuerpo real no debería superar los límites del cuerpo aparente? Por esto nosotros no afirmamos que esto se haya producido; hemos solamente querido mostrar, refiriéndonos a la teoría del peso específico, que el peso aparente habría podido disminuir. En cuanto al fenómeno en sí mismo, nosotros no afirmamos ni su posibilidad ni su imposibilidad; pero en el caso  que debiese producirse, no se podría negar la cosa, por el solo motivo de que no se pudiese dar una explicación satisfactoria. Es preciso recordar que nosotros nos encontramos en los primeros pasos de la ciencia, y que ella se encuentra, aún, muy lejos de haber dicho la última palabra sobre este punto, al igual que sobre otros muchos.  Además, las partes excedentes podrían perfectamente ser envueltas en una niebla que las haga invisibles a la vista. La teoría del fenómeno de la invisibilidad resulta naturalmente de las explicaciones precedentes y de aquellas que han sido dadas en torno al fenómeno de los aportes, (Ver Nº 96 y siguientes).
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Excelente percepción la del maestro Kardec, al mencionar que las partes excedentes podrían ser rendidas invisibles. Esto es factible al transfigurar el cuerpo de mayores dimensiones con la imagen del niño, y las partes excedentes envolverlas en una niebla que las vuelva invisibles a la vista. La acción de una fuerza extra-física, cuya energía siempre aportará la persona transfigurada, puede determinar que adecue el peso del cuerpo al del niño que la imagen representa. Empero, lo más usual, en estos casos de transfiguraciones de niños, es que los rasgos de la cara del adulto se transfiguren con la imagen del niño, adoptando otras características del Espíritu que dirige el fenómeno, en cuanto a actitud, conducta, idiosincrasia, modales, tono de voz, posturas, etcétera. 
12.         Quedaría por hablar del singular fenómeno de los “no engendrados”, que, por cuanto extraordinario pueda parecer en primera instancia, no es de una naturaleza diferente a los otros.
Pero, dado que lo hemos explicado en la Revue Spirite (febrero de 1859), creemos inútil de reproducir aquí los particulares; diremos solamente que es una variedad de la aparición tangible; es el estado de ciertos Espíritus, los cuales pueden revestir, momentáneamente, las formas de una persona viviente, al punto de producir una completa ilusión. (Del griego a privativo, y geine, geinomai, generar, que no fue generado).



(1) Véase en la Revue Spirite de enero de 1859: El Duende de Bayona. Febrero 1859: Los no engendrados; Mi amigo Hermann. Mayo 1859: El lazo entre el Espíritu y el cuerpo. Noviembre 1859: El Espíritu errante. Enero 1860: El Espíritu de un lado y el cuerpo de otro.  Marzo 1860: Estudio sobre el Espíritu de las personas vivas: el doctor V. y la señora I. Abril 1860: El fabricante de San Petersburgo: apariciones tangibles. Noviembre 1860: Historia de María de Agreda. Julio 1861: Una aparición providencial.