Capítulo XII
LABORATORIO DE LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentaio exegético:
Giuseppe Isgró C.
Hábitos de los Espíritus. Formaciones espontáneas de objetos tangibles. Modificaciones de las propiedades de la materia. Acciones magnéticas curativas.
1. Nosotros hemos dicho que los Espíritus se presentan vestidos de túnicas, ropajes, o, también, con sus trajes ordinarios. Los ropajes parecen ser de uso general en el mundo de los Espíritus. Pero surge una pregunta natural: Dónde toman, ellos, los trajes similares a los que usaban estando encarnados? Y, dado que ellos no se llevaron consigo tales objetos, por cuanto se encuentran, aún, bajo nuestra mirada, cuál origen tienen, por lo tanto, aquellos que ellos utilizan en la dimensión espiritual? Esta cuestión siempre ha generado un gran interés: pero para muchas personas fue un objeto de simple curiosidad; ella confirmaba, por otra parte, un principio de gran importancia, por cuanto su solución nos ha colocado sobre la vía de una ley general, que encuentra su aplicación también en nuestro mundo corpóreo. Muchos hechos han venido a complicarla y a demostrar la insuficiencia de las teorías que se habían enunciado.
Se podía, hasta cierto punto, darse cuenta del traje, por cuanto se puede considerar como formando parte, de alguna manera, del individuo, no así, de los objetos accesorios, como por ejemplo, la tabaquera del visitante de la señora que precisaba curarse, de quien hemos hablado en el Nº 116. Notemos a este propósito, que no se trataba de alguien desencarnado, sino de un encarnado, y que este señor, cuando regresó en persona, tenía consigo una tabaquera del todo similar. Dónde, por lo tanto, había encontrado su Espíritu la que él usaba, cuando se encontraba al lado de la cama de dicha señora?
Podríamos citar un gran número de casos en los cuales Espíritus desencarnados, o encarnados, han aparecido con diversos objetos, como bastones, armas, pipas, linternas, libros, etcétera.
Nos viene a la mente, entonces, un pensamiento, es decir, que los cuerpos inertes podrían tener sus respectivos análogos etéreos, en la dimensión espiritual; que la materia condensada de la que se forman los objetos pudiese tener una parte en quintaesencia, que escapara a nuestros sentidos. Esta teoría no era exenta de verosimilitud, pero no estaba en grado de explicarnos todos los hechos. Uno, sobretodo, parecía contradecir todas las interpretaciones. Hasta ahora no se trató más que de imágenes o de apariencias; hemos visto bien que el periespíritu, o alma, puede adquirir las propiedades de la materia, y volverse tangible, pero esta tangibilidad es solamente momentánea, y el cuerpo sólido desaparece como una sombra. Este es, ya, un fenómeno muy extraordinario, pero lo que le supera es ver producir la materia sólida persistente, como lo prueban los numerosos hechos auténticos, y particularmente los de la escritura directa, de la cual hablaremos en un capítulo especial. Todavía, por cuanto este fenómeno se liga íntimamente al sujeto de que tratamos en este momento, y que no es una de las aplicaciones más positivas, adelantaremos la exposición.
2. La escritura directa, o pneumatografía, se produce espontáneamente, sin la intervención ni de la mano del sensitivo, ni del lápiz. Basta tomar una hoja de papel blanco (con todas las preocupaciones necesarias para asegurarse de que no se pueda ser engañados por algún subterfugio), doblarlo y depositarlo en alguna parte, (en una cajita, o simplemente sobre un mueble), y, si las condiciones son convenientes, dentro de un lapso más o menos largo, se encuentran sobre el papel caracteres trazados, signos diversos, palabras, frases, e inclusive, discursos, escritos, frecuentemente, con una substancia grisácea, análoga al plomo, otras veces con lápiz rojo, o con tinta ordinaria, o también, con tinta de imprenta. He aquí el hecho en toda su simplicidad, y cuya reproducción, aunque poco común, no es, con todo, de extrema rareza, por cuanto existen personas que la obtienen fácilmente. Aún cuando se quisiera agregar un lápiz al papel, se podría creer que el Espíritu se haya servido de él para escribir; pero desde el momento que el papel está solo, es evidente que la escritura está formada por una materia depositada. Dónde tomó el Espíritu esta materia? Tal es la pregunta a cuya solución nosotros fuimos conducidos por la tabaquera de la cual hemos hablado.
3. El Espíritu de Luís nos ha dado esta solución en las siguientes respuestas:
1) Hemos citado un caso de aparición del Espíritu encarnado de una persona, quien tenía una tabaquera y tomaba polvo. Probaba él la sensación que se tiene cuando se toma polvo en realidad?
-“No”.
2) Esta tabaquera tenía la forma de la que él se servía habitualmente, y que mantenía cerca de sí. Qué era esta tabaquera en las manos de este hombre?
-“Una apariencia; esto ocurrió mientras la circunstancia fuese observada, como de hecho lo fue, y la aparición no fuese tomada por una alucinación producida por el estado de salud de la vidente. El Espíritu quería que esta señora creyese en la realidad de su presencia, y por lo tanto él tomó todas las apariencias de la realidad”.
3) Habéis dicho que es una apariencia; pero una apariencia no tiene nada de real, es como una ilusión óptica. Quisiéramos saber si esta tabaquera era precisamente una imagen sin realidad o si había algo de material.
“Ciertamente; es con la ayuda de este principio material que el periespíritu toma la apariencia de trajes similares a los que el Espíritu utilizaba estando encarnado”.
Observación: Es preciso entender aquí la palabra apariencia en el sentido de aspecto, de imitación. La tabaquera real no estaba allí; la que tenía el Espíritu no era más que la representación; era por lo tanto una apariencia comparable con la original, no obstante fuese formada por un principio material.
La experiencia nos enseña que no conviene tomar al pié de la letra ciertas expresiones empleadas por los Espíritus; interpretándolas según nuestras ideas, nos exponemos a grandes errores; he aquí porque conviene profundizar el sentido de las palabras, cada vez que él presenta la mínima ambigüedad. Es, ésta, una recomendación que constantemente nos hacen los mismos espíritus. Sin la explicación que nosotros hemos inducido, la palabra apariencia, constantemente reproducida en los casos análogos, podía dar lugar a una falsa interpretación.
4) La materia inerte, entonces, se desdoblaría? Se encuentra, quizá, en el mundo invisible una materia esencial, que reviste en su manifestación la forma de los objetos que vemos? En una palabra, estos objetos tendrían el duplicado etéreo en la dimensión espiritual, al igual que los humanos quienes están representados por los Espíritus?
5) –“No es así. El Espíritu tiene sobre los elementos materiales esparcidos por todas partes, en el espacio, en vuestra atmósfera, una potencia que estáis muy lejos de sospechar. Él puede, por su propia voluntad concentrar estos elementos y darles la forma aparente propia a sus proyectos.
Observaciones: Esta cuestión, como se ha visto, era la solución de nuestro pensamiento, es decir, la traducción de la idea que nos habíamos formado sobre la naturaleza de estos objetos. Si las respuestas fuesen, como lo pretenden algunos, el reflejo del pensamiento, habríamos obtenido la conformación de nuestra teoría en vez de una contraria.
1. Pongo, todavía, la cuestión en forma categórica, de manera que se evite todo equívoco. Los trajes con los cuales se cubren los Espíritus, son alguna cosa?
-“Me parece que la respuesta dada precedentemente resuelve la cuestión. No sabéis que el periespíritu, o el alma, es, de por sí, alguna cosa?”
2. Resulta de esta explicación que los Espíritus producen en la materia etérea las transformaciones que desean manifestar, a voluntad, y que así, por ejemplo, por lo que se refiere a la tabaquera, el Espíritu no la encontró hecha, sino que la hizo él mismo en el momento en que la precisaba, por medio de un acto de su voluntad, y que pudo, luego, deshacerla; la misma cosa debe, por lo tanto, ocurrir con todos los demás objetos, como trajes, joyas, etcétera.
-“Evidentemente, así es!”
3. Esta tabaquera fue visible para esta señora a tal punto de parecerle real. El Espíritu habría podido rendirla visible para ella?
-“Habría podido”.
4. Presentándose la ocasión, esta señora habría podido tomarla en sus manos, creyendo de tener una verdadera tabaquera?
-“Sí”.
5. Si la hubiese abierto, habría, probablemente, encontrado tabaco; si hubiese inhalado este tabaco le habría hecho estornudar?
-“Sí”.
6. El Espíritu, por lo tanto, puede darle no sólo la forma sino, también, propiedades especiales?
-“Sí, si lo quiere; es, únicamente, en virtud de este principio que he respondido afirmativamente a las cuestiones precedentes. Vosotros tendréis pruebas de la potente acción ejercitada por el Espíritu sobre la materia, y que, no obstante, estáis muy lejos de comprender, como ya se os dijo”.
7. Suponemos, entonces, que él hubiese querido hacer una substancia venenosa, y que una persona la hubiese ingerido, se habría envenenado?
-“Hubiera podido, pero no lo habría hecho, por cuanto no le sería permitido hacerlo.”.
8. Tendría el Espíritu el poder de hacer una substancia saludable y apta a efectuar un determinado tipo de curación y, este caso se ha verificado, ya?
-“Si, muy frecuentemente”-
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Este fenómeno podría efectuarse, por lo menos, de dos maneras diferentes. La primera: Mediante un aporte de la substancia desde el lugar en que se encuentre hasta aquel en que está ubicada la persona en cuestión. Para que se efectúe el aporte debe haber en el ambiente una persona que disponga de la facultad respectiva. Dado que toda persona tiene todas las facultades espirituales inherentes al ser humano, aunque se encuentre en estado rudimentario de desarrollo, ella está allí, latente, y bajo la dirección espiritual adecuada, y oportuna, el fenómeno es factible de ser realizado. La segunda modalidad, es la de la creación de la substancia, si el Espíritu tiene la maestría suficiente para hacerlo. Dado que toda manifestación de la materia, empieza con la vibración el Espíritu elemental del elemento mineral, -o elementos minerales-, que se precise, el Espíritu podría ordenar a un conjunto de espíritus elementales adecuados al caso en particular, que manifiesten la substancia precisada. A tales efectos vibrarían en la forma propicia, y harían tangible la substancia, ya que toda materia es la condensación de la energía de acuerdo al estado vibratorio el Espíritu elemental del mineral de que se trate, en un caso particular. Por ejemplo: El elemento hierro vibra en una frecuencia determinada, y materializa el hierro, y así sucesivamente con todos los elementos. Este proceso es el que se utiliza en la formación de cada mundo, en el momento de su gestación, de acuerdo con un plan y la dirección de los maestros de la creación. Empero, es un proceso de creación perenne.
9. El Espíritu podría, entonces, hacer también una substancia alimenticia; supongamos, por ejemplo, un fruto, una bebida cualquiera, y ser ingerida por una persona y ésta quedar satisfecha?
-“Sí, sí; pero no busquéis tanto para encontrar esto que es tan fácil de comprender. Basta un rayo de sol, para rendir perceptibles a vuestros ojos aquellas partículas materiales que saturan el espacio en medio al cual vivís; no sabéis que el aire contiene el vapor de agua? Condensadles, y los conduciréis al estado normal Privadlos del calor, y he aquí que estas moléculas impalpables e invisibles se convertirán en un cuerpo sólido, solidísimo. Existen otras diferentes substancias de las cuales los químicos extraerán maravillas todavía más sorprendentes. El Espíritu posee, únicamente, instrumentos más perfectos de los vuestros: la voluntad es el permiso de Dios”.
Observación: La cuestión de saciedad es aquí muy importante. Como puede, una substancia, que tiene, únicamente, existencia y propiedad temporales y en cierta manera de convención, puede producir saciedad? Esta substancia, por medio de su contacto con el estomago, produce la sensación de la saciedad, pero no la saciedad que resulta de la plenitud. Si una tal substancia puede actuar sobre la economía y modificar un estado morboso, ella puede, también, actuar sobre el estomago y producir la sensación de la saciedad.
10. Los objetos rendidos tangibles por la voluntad del Espíritu, podrían tener un carácter de permanencia y de estabilidad, y convertirse de uso normal?
-“Esto se podría, pero no se hace; es algo fuera de la ley”.
11. Los Espíritus tienen todos en el mismo grado el poder de producir estos objetos tangibles?
-“Es cosa cierta que tanto más el Espíritu es elevado, tanto más fácilmente él los obtiene; pero esto depende, todavía, de las circunstancias. También los Espíritus inferiores pueden tener este poder”.
12. El Espíritu se rinde siempre cuenta del modo en el cual produce tanto sus indumentarias como los objetos de los cuales ofrece la apariencia?
.”No, con frecuencia concurre a su formación con un acto instintivo, que no comprende él mismo, si no es bastante iluminado para esto”.
13. Si el Espíritu puede tomar del elemento universal los materiales para hacer cada cosa, y darle una temporánea realidad con sus propiedades, puede, también, tomar lo que es necesario para escribir, y por lo tanto esto nos conduce a pensar que pueda dar la clave del fenómeno de la escritura directa?
-“Finalmente, hemos llegado a donde queríais”.
Observación: De hecho, es a este punto que nosotros queríamos llegar, con todas nuestras cuestiones preliminares; la respuesta prueba que el Espíritu había leído en nuestro pensamiento.
14. Si la materia de la cual se sirve el Espíritu no tiene persistencia, cómo es posible que los trazos de la escritura directa no desaparecen?
-“No sofistiquéis sobre el significado de las palabras; hasta ahora no se ha pronunciado la palabra jamás; era cuestión de un objeto material voluminoso; aquí son signos trazados que es útil conservar y que son conservados. Se ha querido decir que los objetos compuestos de esta manera por el Espíritu, no podrían convertirse en objetos usuales, por cuanto, en realidad, no hay agregación de la materia, al igual que en vuestros cuerpos sólidos”.
4. La teoría hasta ahora expuesta puede resumirse de esta manera: El Espíritu actúa sobre la materia; él toma en la materia cósmica los elementos necesarios para formar a su voluntad objetos que tienen la apariencia de diversos cuerpos que existen sobre la tierra. Él puede, igualmente, producir sobre la materia elemental, con su voluntad, una transformación íntima que le da determinadas propiedades. Esta facultad es inherente ala naturaleza del Espíritu, que la ejercita frecuentemente como un acto instintivo cuando esto es necesario, y sin darse cuenta. Los objetos formados por el Espíritu tienen una existencia temporal, subordinada a su voluntad o a la necesidad; él puede hacerlos y deshacerlos a su voluntad. Estos objetos pueden, en ciertos casos, tener, a los ojos de las personas, todas las apariencias de la realidad, es decir, volverse, momentáneamente, visibles y, también, tangibles. Hay formación, pero no creación, por cuanto el Espíritu no puede formar nada de la nada.
5. La existencia de una materia elemental única es casi generalmente admitida hoy en día por la ciencia, es confirmada, como se ha visto, por los Espíritus. Esta materia da origen a todos los cuerpos de la naturaleza; por medio de las transformaciones que ella asume produce, también, las diversas propiedades de estos mismos cuerpos; es así que una substancia saludable puede convertirse en venenosa con una simple modificación. La química nos ofrece numerosos ejemplos. Todos saben que dos substancias inocuas combinadas en ciertas proporciones pueden producir una que sea nociva. Una parte de oxigeno y dos de hidrógeno, las dos inofensivas, forman el agua; agregadle un átomo de oxigeno, y tendréis un líquido corrosivo.
Sin cambiar las proporciones, basta, frecuentemente, un simple cambio en el modo de la agregación molecular para cambiar las propiedades. En tal manera, un cuerpo opaco puede convertirse en trasparente y viceversa. Por cuanto el Espíritu tiene, por su sola voluntad, una acción de tal manera potente sobre la materia elemental, se concibe que él pueda no solamente formar determinadas substancias, sino desnaturalizar sus propiedades, haciendo, también, por la voluntad, el efecto de un reactivo.
6. Esta teoría nos da la solución de un hecho muy conocido en magnetismo, pero inexplicado todavía, es decir, aquel del cambio de las propiedades del agua por la fuerza de la voluntad. El Espíritu agente es el del magnetizador, asistido, usualmente, por un Espíritu extraño; él actúa una transmutación con la ayuda del fluido magnético, el cual, como se dijo, es la substancia que más se le acerca a la materia cósmica, o elemento universal. Si él puede producir una modificación en la propiedad del agua, puede, igualmente, hacerlo con un fenómeno análogo sobre los fluidos del organismo, y de ahí nace el efecto curativo de la acción magnética convenientemente dirigida.
Se conoce la parte esencial que representa la voluntad en todos los fenómenos del magnetismo; pero, cómo explicar la acción material de un agente tan sutil? La voluntad no es un ser, una substancia cualquiera, y tampoco es una propiedad de la materia más etérea; la voluntad es el atributo esencial del Espíritu, es decir, del ser pensante, con la ayuda de esta palanca él actúa sobre la materia elemental, y, por una acción consecutiva, él reacciona sobre sus componentes, cuyas propiedades íntimas pueden, de esta manera, ser transformadas.
La voluntad es el atributo del Espíritu, tanto encarnado como desencarnado; de ahí proviene la voluntad del magnetizador, potencia que se conoce que es proporcional a la fuerza de voluntad. El Espíritu encarnado, pudiendo actuar sobre la materia elemental, puede, por lo tanto, igualmente variar las propiedades dentro de ciertos límites. Así se explica la facultad de curar por medio del contacto y de la imposición de las manos, facultad que algún individuo posee en grado más o menos elevado. (Ver el capítulo de los Sensitivos, el artículo relativo a los Sensitivos curativos. Ver también la Revue Spirite , julio de 1959, pag. 184 y 189: "El zuavo de Margenta; un oficial del ejército en Italia").