EL LIBRO DE LAS FACULTADES XIV
Autor: Allan Kardec
Versión castellana: Giuseppe Isgró C.
Capítulo XIV
NATURALEZA DE LAS COMUNICACIONES
Comunicaciones rudimentarias, frívolas, serias o instructivas.
1. Hemos dicho que cada efecto que revela en su causa un acto de libre voluntad, por muy insignificante sea dicho acto, demuestra una causa inteligente. Así, un simple movimiento de la mesa que responde a nuestro pensamiento, y presenta un carácter intencional, puede ser considerado como una manifestación inteligente. Si el resultado debiera limitarse a esto, no tendría para nosotros más que un interés secundario; bastaría, todavía, para darnos la prueba, que en estos fenómenos exista algo más que una acción puramente material; pero la utilidad practica que resultaría para nosotros seria nula o muy limitada. Es muy diferente cuando esta inteligencia adquiere un desarrollo que permite un intercambio regular e interrelacionado de pensamientos; entonces no se trata más de simples manifestaciones inteligentes, sino de verdaderas comunicaciones. Los medios de los cuales hoy se dispone permiten obtenerlas tan extensas, explícitas y rápidas, como aquellas que ocurren entre los seres humanos.
Si después de haber leído la Escala Espírita (El Libro de los Espíritus, Nº 100) hemos quedado bien compenetrados de la variedad infinita que existe entre los Espíritus, bajo el propio aspecto de la inteligencia y de la moralidad, se comprenderá fácilmente la diferencia que debe existir en sus comunicaciones; ellas deben reflejar la elevación o el bajo nivel de sus ideas, su saber, su ignorancia, sus vicios y sus virtudes; en una palabra, no deben asemejarse más que las de los hombres, desde el salvaje hasta el más iluminado. Todas las gradaciones que presentan pueden reagruparse en cuatro principales categorías. Según sus caracteres más destacados, ellos son: rudimentarias, frívolas, serias o instructivas.
2. Las comunicaciones rudimentarias son aquellas que se traducen con expresiones que trascienden los límites de la decencia. Ellas no pueden emanar más que de Espíritus de bajo nivel, aún imbuidos de todas las impurezas de la materia, y no difieren en nada de las que podrían dar los seres humanos viciosos y burdos. Ellas repugnan a toda persona que tenga la más pequeña delicadeza de sentimiento; por cuanto, según el carácter de los Espíritus, dichas comunicaciones son triviales, poco serias, obscenas, insolentes, arrogantes, malévolas y aun impías.
3. Las comunicaciones frívolas provienen de Espíritus ligeros, bromistas y traviesos, más maliciosos que malos, que no dan ninguna importancia a lo que dicen. Por cuanto no tienen nada de indecente, ellas gustan a determinadas personas que se divierten y encuentran placer en estas conversaciones fútiles, en las cuales se habla mucha y no se dice nada. Estos Espíritus, algunas veces expresan argucias humorísticas y mordaces, y en medio de los vulgares chistes dicen, con frecuencia, duras verdades, que golpean, casi siempre, de manera precisa. Estos Espíritus ligeros pululan en torno a nosotros, y aprovechan todas las ocasiones para mezclarse en las comunicaciones. La verdad es el último de sus pensamientos; por lo tanto, disfrutan de cierto placer de burlarse de quienes tienen la debilidad de creer en sus palabras. Las personas que se complacen de este tipo de comunicaciones, dan, naturalmente, pies a los Espíritus ligeros y engañadores; los Espíritus serios se alejan, al igual que entre nosotros lo hacen las personas serias de las reuniones de gentes ligeras.
4. Las comunicaciones serias son formales, tanto por el argumento como por la manera en la cual se desenvuelven. Cada comunicación que excluye la frivolidad y lo rudimentario, y que tiene un fin útil, aunque fuese de un interés privado, es caracterizada como seria; pero no está, por otra parte, libre de errores. Los Espíritus serios no son todos igualmente iluminados; hay muchas cosas que ellos ignoran y sobre las cuales pueden engañarse de buena fe; es por este motivo que los Espíritus verdaderamente superiores nos recomiendan, continuamente, de someter todas las comunicaciones al examen de la razón y de la más severa lógica.
Conviene, por lo tanto, distinguir las comunicaciones de denominaremos serias-verdaderas de las comunicaciones serias-falsas; lo cual no es siempre fácil, por cuanto mediante la gravedad del lenguaje que utilizan determinados Espíritus presuntuosos y pseudos sabios, buscan de que prevalezcan las ideas más falsas y los sistemas más absurdos; y para darse mayor crédito e importancia, no tienen ningún escrúpulo de adoptar los nombres más respetados y venerables. Esto forma uno de los grandes escollos de la ciencia práctica; nosotros volveremos, más tarde, con todos los particulares que precisa un argumento tan importante, mientras hagamos conocer los medios para precaverse del peligro de las comunicaciones falsas.
5. Las comunicaciones instructivas son las que tienen por objeto principal una enseñanza cualquiera impartida por los Espíritus sobre las ciencias, la moral, la filosofía, etcétera. Ellas son más o menos profundas, según el grado de elevación y de purificación del Espíritu. Para obtener de estas comunicaciones un fruto real, conviene que sean regulares y continuadas con perseverancia.
Los Espíritus serios se acercan a aquellos que desean instruirse, y les secundan, dejando a los Espíritus ligeros que se ocupen de divertir a quienes ven en estas manifestaciones solamente una distracción. Es, únicamente, por la regularidad y la frecuencia de estas comunicaciones que se puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus, con los cuales nos entretenemos, y el grado de confianza que ellos merecen. Si es necesaria la experiencia para juzgar los seres humanos, lo es aún más para juzgar a los Espíritus.
Dando a estas comunicaciones la cualidad de instructivas, nosotros las suponemos verdaderas, por cuanto algo que no fuese verdad no podría serlo aunque fuese dicha en el lenguaje más imponente. No podríamos, por lo tanto, colocar en esta categoría ciertas enseñanzas que de serias tienen, solamente, la forma, con frecuencia pomposa y enfática, por medio de la cual los Espíritus, más presuntuosos que sabios, que las dictan, esperan ilusionar. Pero, estos Espíritu, no pudiendo suplir al fondo que le falta, no podrían sostener por mucho tiempo su rol, dejando ver, muy pronto, su lado débil, por poco que sus comunicaciones sean seguidas, o que sean acorralados en sus últimos atrincheramientos.
6. Los medios de las comunicaciones son muy variados. Los Espíritus, actuando sobre nuestros órganos y sobre todos nuestros sentidos, pueden manifestarse a la vista con las apariciones, al tacto con impresiones tangibles, ocultas o visibles, al oído con ruidos, y al olfato, con olores, de los cuales se ignora el origen. Este último modo de manifestación, por cuanto muy real, es, sin duda, el más incierto por las numerosas causas que pueden inducir en error; por lo cuan no nos detendremos sobre él.
Lo que, en cambio, debemos examinar con atención son los diversos modos de obtener las comunicaciones, es decir, un intercambio regular y continuado de pensamientos. Estos medios son: los golpes, la palabra y la escritura.
Los desarrollaremos en capítulos especiales.